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Actualizado: 1 de junio de 2025
Así se ostenta alrededor de los cabos que miran en todas direcciones; así, y en ocasiones más terrible, en los sitios vastos, pero circunscriptos, en que el marco de las orillas le molesta y le indigna, donde penetra violentamente acompañado de corrientes rápidas que á menudo chocan contra los escollos.
La ola dió un golpe en la espalda de los dos primeros remeros, les hizo torcerse violentamente y pasó por encima de nosotros. No hubo nadie de los nuestros que no creyera que aquel era nuestro final. Al verme todavía en la lancha, yo me indigné. Estamos aquí parados estúpidamente les dije . Hay que pasar. ¡Hala! Nada, vamos dijeron todos.
Cabesang Tales cogió el relicario y le dió varias vueltas: sus sienes le latían violentamente, sus manos temblaban. ¿Si pidiese él más? aquel relicario les podría salvar; era excelente ocasion aquella, y no se volvería á presentar otra.
Pero al entrar en ella, oyeron dos voces irritadas, ruido de aceros que se chocaban, y á poco un grito de agonía, tras el cual no se volvió á oír el choque del acero. Montiño se detuvo, pero el padre Aliaga tiró violentamente de él y le arrastró hacia un lugar donde resonaban grandes golpes á la puerta de una casa.
Yo no puedo creer que Francia, Inglaterra, Alemania y otras grandes potencias de Europa dejen de darnos la razón: no se pongan de nuestro lado á fin de impedir que violentamente se nos veje y se nos quiera despojar de lo que poseemos, amenazándonos con una guerra injusta y harto poco gloriosa para el que con ella nos amenaza, confiado en la descomunal superioridad de sus fuerzas en hombres y en dinero.
El corazón de Juan late violentamente. Surge del fondo de su alma el presentimiento de que van a cometer una falta. La cosa quedará entre nosotros, Juan, dice Gertrudis en tono zalamero. El cierra los ojos. ¡Qué hermoso sería tener un secreto con ella!
Le asió por el brazo, le empujó hacia el corredor y cerró violentamente la puerta detrás de él. Una vez sola, se sentó y meditó durante una hora. Después se levantó y se encaminó á su cuarto pensando: Si; no me queda más que ese medio de arreglar mis asuntos de un modo honroso, ¡Una reconciliación! Acaso de esto modo vuelva á adquirir influencia con Roussel.
Cierta mañana, después de haber pasado una terrible noche de insomnio, noche de fiebre y terror en que de todos los rincones de la estancia acudieron flotando grandes figuras sombrías a incitarle a proseguir en su obra de regeneración; en que escuchó voces proféticas que le anunciaron gloria inmortal, se arrojó violentamente del lecho dispuesto a todo. ¡A todo!
Al mismo tiempo sintió Juana que el brazo de Monthélin rodeaba su cintura. Despertose como de un sueño, levantose y rechazándole violentamente exclamó: ¡Ah, mi pobre señor! Si supieseis qué mal momento habéis elegido. No había como equivocarse sobre el acento de su voz y la expresión de su semblante, el sentimiento que la animaba era claramente el del desdén más frío e implacable.
El amor es el maestro, la pena es el domesticador, y el tiempo es el médico del corazón humano. Mientras las máquinas se movían, el viento rugía y el agitado mar se sacudía violentamente, yo me paseaba de arriba abajo, cavilando, confundido en la carta de juego que llevaba en mi bolsillo, y reflexionando en todo lo que había sucedido.
Palabra del Dia
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