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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Es más de media noche. Ha empezado el día de mi cumpleaños. Hoy vendrás a verme y yo debo recibirte. El empeño contra ti de tu rival prosigue con ímpetu. Mi egoísta amor de la vida, el terror que infunden lo desconocido, lo inmenso y lo obscuro que hay más allá, y todas mis aficiones a los materiales regalos y dulzuras, luchan en favor tuyo y me encadenan y tratan de retenerme cautiva para ti.
Que si no obedeces á Dorotea vas á la horca. Dejadme tiempo para pensar. Si no te decides te dejo encerrado aquí, voy á ver á Lerma, le arranco la orden de prenderte como asesino y vengo con la justicia. Bien dijo el cocinero sudando de angustia , iré á casa de Dorotea. Vendrás conmigo; ya he acabado mi almuerzo y me siento con más fuerzas que nunca. Vamos.
Julia fingió vacilar, y por fin repuso: Bueno, pues vivimos en la calle de Don Pedro, número 20, la única casa que tié jardín con tapias mu altas que dan a otra calleja estrechisma. Pero ya le diré yo a usted cuándo tié que dir por allí, no vaya usted a ensuciarlo too por pricipitación. Corriente. ¿Vendrás mañana por la carta? Sí: agur, que se va a levantar el ama.
Don Román me recibió cariñosamente, como de costumbre: ¡Gracias a Dios! me duele en el alma que te vayas; pero ¿no es cierto que de cuando en cuando vendrás a visitarme? Eres mi único amigo. ¿Quién me hubiera dicho que tú, el chiquitín que yo conocí de este tamaño, que cabía en un azafate, sería mi amigo?
Ya me he informado; el primero de octubre parte un buque de Brema; es preciso que salga yo de aquí la semana próxima... Tú sabrás qué es lo que me corresponde por mi herencia... Debo haber derrochado una buena parte... Dame a cuenta de ella lo que tengas en dinero; envía los fondos a Franz Maas, que yo iré a casa de él a buscarlos... ¿Y no vendrás siquiera una vez al... al?...
No habías de pasarte lo mejor de la vida escribiendo papelotes en casa de don Juan. En la hacienda estarás muy bien; ganarás buen sueldo, porque ese señor sabe pagar a los que le sirven; vendrás a vernos cada quince días, y todos estaremos muy contentos. Tía Pepa entraba y salía.
Siempre lo mismo. ¡Pero qué rebuenísima sombra tienes, hijo!... Ven a verme alguna vez: ya sabes que te quiero... siempre con buen fin; como hermanitos. ¡Y eso que el bruto de mi marido te tenía celos!... ¿Vendrás? Lo pensaré. No quiero tener una cuestión con el tratante en cerdos. La joven prorrumpió en una carcajada. Es todo un caballero, ¿sabes, Fermín?
Pero, ¿qué demonios te ha dado por venir aquí? es ocurrencia, ¡ajo! ¿has comido? no te invito, pues tú vendrás de esos cafeses de lujo, harto y reharto... pero no creas que mi cocinero es malo; voy a encender mi hoguera: hoy es día de San Juan. En un periquete, preparó una pila de rastrojos y la prendió fuego.
Mas, antes que partas, dí, dí que a tu acento sublime siempre ha respondido en mí un canto para el que gime y un reto para el que oprime. Mas tú vendrás inspiración sagrada, de nuevo a caldear mi fantasía cuando mustia la fé, rota la espada, morir no pueda por la patria mía...
Le costó gran esfuerzo disimular el enojo; pasó un rato muy malo, pero los mimos y carantoñas de su Circe le endulzaron algo el pesar. ¿Vendrás pronto a verme? le decía, poniéndose archizalamera . Cuanto antes mejor. Yo no soy exigente; si tienes miedo a que lo sepan en tu casa, pasearemos por las afueras... y luego nos vendremos aquí a nuestro nido, como dos tortolitos.
Palabra del Dia
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