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Si tuviéramos ahora la máquina... harías camisas de hombre... ¿Camisas de hombre? Eso no me gusta. O ropa blanca de señoras... Cosa rica, cosa buena. Mejor sería... Yo pensaré. Confecciones, sombreros... ¿Qué tal? tienes un gusto... Gusto . Consulta con Emilia. Ella te dará buenos consejos Yo lo pensaré; yo meditaré sobre esto y lo decidiré pronto. Ahora vamos a otra cosa.

Y á quién, á quién buscar... ¿A quién? al duque de Osuna... Es demasiado soberbio. Pero es justo, y valiente, y buen vasallo. Y si no, Ambrosio Espínola, y si no... si no... Quevedo. ¡Osuna, Espínola, Quevedo! ¡dos soldados y un poeta! Tres españoles que no han renegado de su patria, y que por lo mismo, están alejados de ella por el temor de los traidores. Lo pensaré, lo pensaré ; dijo el rey.

»-No tengas pena, señora: de aquí a mañana -respondió Leonela- yo pensaré qué le digamos, y quizá que, por ser la herida donde es, la podrás encubrir sin que él la vea, y el cielo será servido de favorecer a nuestros tan justos y tan honrados pensamientos.

No te acuerdes más de esa mujer, y por el momento procura descansar. Mañana buscaremos el medio más oportuno para que te libres de ella. Empieza por quedarte aquí esta noche. Yo pensaré lo que podemos hacer. Ella se irá; no cómo llegaré á conseguirlo, pero se irá, y quedarás conmigo.

Cuando volví a encontrarlo, por la noche, estaba triunfante: Napoleón III lo había recibido entre dos puertas, escuchado durante cinco minutos y despedido con su frase ordinaria: «Veré... pensaré en elloSin más que eso, el cándido japonés intentaba ya adquirir en arrendamiento el primer piso del Gran-Hôtel, poner comunicados en los periódicos, publicar prospectos; costome gran trabajo hacerle comprender que Su Majestad quizá se tomase mucho tiempo para reflexionar y que, mientras, lo más conveniente sería que volviera a Munich, donde la cámara estaba precisamente a punto de votar un crédito para la adquisición de sus grandes colecciones.

Por diferentes y contradictorios que sean ¿no pertenecen todos á una misma cosa, á esa cosa que llamamos el yo, y que nos autoriza para decir: yo que pienso ahora, soy el mismo que pensaba ayer, y que pensaré mañana? ¿Se puede discurrir de una manera mas clara, mas convincente, que afirmando una permanencia real que sentimos tan profundamente atestiguada en lo íntimo de nuestra conciencia?

Pues bien dijo el sargento mayor guardando el papel con una horrible sangre fría , no hablemos más de eso. Adiós. Y se dirigió á la puerta. No, no dijo Luisa arrojándose á su cuello , lo pensaré. Pues bien, piénsalo y... si te resuelves, pon por fuera de la ventana un pañuelo encarnado. Bien, , ¿pero te vas? Es preciso, preciso de todo punto; no puedo detenerme ni un momento.

No será usted, pues, religiosa, y se casará con Fernando Carvajal, amable y encantador caballero que la hará completamente dichosa. ¡Nunca!... Es inútil tratar de contrariar mis deseos. Será usted quien lo elija y le entregue su mano... Imposible; pensaré siempre en Carlos. ¡Carlos mismo le obligará a que le olvide!

Por donde ella pasase, la mirada del hombre se engancharía en el ritmo de su cuerpo: y aquel joven, aquel extraño, iba á acabar... No pudo seguir. ¡ también!... exclamó ella . ¡Adiós, Miguel! Siempre pensaré en ti, pero es mejor dejar de vernos. No me guardes rencor. Tal vez algún día... Y resueltamente le volvió la espalda, descendiendo las gradas hacia el bulevar.

Quedamos en que no volverás a las andadas ni me escribirás majaderías: no merecen otro nombre las cosas que dices. Mi padre podrá no dejarme casar contigo; pero, ¿casarme con otro? ¡Eso si que no! Lo que es de esto te responde tu Paz. Vamos, yo no entiendo esas sublimidades tuyas de sacrificios y tonterías. No he pensado, ni pienso, ni pensaré jamás en dejarte por nada de este mundo. ¿Lo sabes?