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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Como los Chicos habían abarcado también el comercio de lanillas, merinos, telas ligeras para vestidos de señora, pañolería, confecciones y otros artículos de uso femenino, y además abrieron tienda al por menor y al vareo, tuvieron que pasar por el inconveniente de las morosidades e insolvencias que tanto quebrantan al comercio. Afortunadamente para ellos, la casa tenía un crédito inmenso.

Sólo las pordioseras que piden limosna se ven privadas de aquel atavío; pero día llegará, al paso que vamos, en que también lo usen. La humanidad marcha, con los progresos de la industria y la baratura de las confecciones, a ser toda ella elegante o toda cursi.

En la tienda provisional, que estaba próxima a la definitiva, había ya mucho trabajo. Aurora, al frente de una graciosa pléyade de oficiales habilísimas, estaba disponiendo las piezas-modelo que se habían de presentar en los primeros días, como muestras de las ricas confecciones de la casa.

Si tuviéramos ahora la máquina... harías camisas de hombre... ¿Camisas de hombre? Eso no me gusta. O ropa blanca de señoras... Cosa rica, cosa buena. Mejor sería... Yo pensaré. Confecciones, sombreros... ¿Qué tal? tienes un gusto... Gusto . Consulta con Emilia. Ella te dará buenos consejos Yo lo pensaré; yo meditaré sobre esto y lo decidiré pronto. Ahora vamos a otra cosa.

Todo lo que pudiesen hacer Serafina y otras del lugar era una chapucería cursi si se comparaba con las confecciones de nuestra heroína, que estaba al corriente de las últimas modas de París, que recibía los figurines y que, ajustándose a ellos, sin encadenar servilmente su fantasía a una imitación minuciosa, ideaba, trazaba, cortaba y hacía trajes para las mujeres, dignos de figurar en los salones de la corte y de ser descritos por Montecristo o por Asmodeo, y para los niños y niñas no inferiores por su gracia y por su chic a aquellos con que la prole de un milord opulento o de un banquero inglés se engalana.

Apresuráronse los preparativos de boda. En cuanto pudo levantarse se fue a Madrid, pero allí recibía todos los días la visita de Clara y Elena y las acompañaba a las tiendas para comprar lo que aún faltaba y para apremiar a las modistas, joyeros y maestras de confecciones.

Palabra del Dia

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