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La mejor voz comienza en seguida á cantar las seguidillas ó el polo: prepáranse las parejas para el baile; danzan, en efecto, con sus humildes trajes de campo, con tanto agrado y elegancia, que podrían servir de modelo á nuestros más afamados bailarines de ópera: el tono dulce con que cantan, el rápido sonido de las castañuelas, y los infinitos encantos que derraman los bailarines, encadenan á un tiempo los ojos, los oídos y el alma en las jóvenes parejas, y hacen tal efecto en los que los rodean, que expresan su admiración con aplausos y aclamaciones, y á la conclusión con palmadas estrepitosas.

Y bajo de ellos, máquinas que encadenan y obligan a trabajar a las fuerzas misteriosas y malignas; almacenes de víveres como los de una ciudad que se prepara a ser sitiada; depósitos de mercaderías, fardos de telas, maquinarias agrícolas, artículos de construcción, riquezas de la moda; todo lo que necesitan los pueblos jóvenes para el desarrollo de su adelanto vertiginoso.

El teatro de Tirso se puede comparar á esos países maravillosos que describen los poetas románticos, en donde las brisas más perfumadas y la música más atractiva encadenan el corazón y los sentidos del caminante; en donde millares de sendas que se cruzan, le llevan ya á jardines soberbios, ya á valles risueños, ya á abismos insondables que dan vértigos, al lado de altísimas montañas que se pierden en las nubes; en donde se oyen las voces burlonas de los duendes que salen de las cavernas, y vuelan los genios por el aire, y en donde el brillante cielo de la poesía ilumina con su luz seductora hasta las encrucijadas engañosas y las sendas no holladas.

Sólo se conocen dos ó tres especies de peces cosmopolitas, y contadísimos son los que frecuentan la alta mar. La mayor parte son litorales y no se placen más que en ciertas costas. Los peces de los Estados Unidos pertenecen á otras especies que los que habitan en Europa. Añadid ciertas especialidades de gusto que aunque no los encadenan del todo, los retienen.

No escatimaré yo mis alabanzas, ni negaré mi admiración pensaba nuestro héroe a los descubrimientos, invenciones y adelantos que los hombres realizan. Se diría que doman la naturaleza material, que encadenan con su inteligencia y sujetan a su voluntad las fuerzas del universo, y que se valen de ellas para evitar fatigas y crear placeres y goces.

Esa singular importancia política y social de los cafés en España me hizo reflexionar un poco. Ella data de los tiempos del gobierno constitucional, de manera que es una institución muy moderna. ¿Es un bien, ó es un mal? me preguntaba yo. Desde luego que el café convertido en club tiene sus ventajas: tiende á suprimir ese aislamiento que helaba á la sociedad española, y la enervaba y mantenía en la impotencia moral é intelectual; distrae de la tentación del juego, tan general en España (por causa de las instituciones), y es un gran elemento de fusión de las clases sociales y de organización libre de la opinion pública, opuesto á las trabas que la encadenan bajo formas mas generales y ostensibles. Puesto que la ley amordaza la prensa y la tribuna, el café es un bien relativo que contrabalancea un poco la represion. Pero el café, tal como está organizado en España, tiene también su lado malo.

El que haya corrido las alturas y hondonadas con que encadenan el Malinao, el Dalitiuan y el Balete, á las provincias de la Laguna y Tayabas; el que haya contemplado desde la descarnada atalaya del San Cristóbal, los risueños panoramas de Paquil y Paete; el que haya palpitado de emoción ante la grandiosidad del Botocan; el que la curiosidad, el estudio, la necesidad, ó la caza le hayan obligado á pasar el camino de Majayjay, necesariamente le habrá llamado la atención un puente abandonado, semi-derruído y de lúgubre aspecto que se eleva á un lado del camino.

Es más de media noche. Ha empezado el día de mi cumpleaños. Hoy vendrás a verme y yo debo recibirte. El empeño contra ti de tu rival prosigue con ímpetu. Mi egoísta amor de la vida, el terror que infunden lo desconocido, lo inmenso y lo obscuro que hay más allá, y todas mis aficiones a los materiales regalos y dulzuras, luchan en favor tuyo y me encadenan y tratan de retenerme cautiva para ti.

Y esta diferencia en el modo de concebir a Dios, la vida eterna, nuestra alma misma, pues todas estas creencias se encadenan, es acaso lo que me hace ser tan tímida al lado de mi padre. Hay entre nosotros una equivocación, más todavía, una dificultad para entendernos, que me hace encontrarme como en país extranjero entre esta sociedad tan inteligente, tan ingeniosa y, según creo, tan sabia.

Cuando leemos estas poesías, nos imaginamos entrar en un mundo poético completamente nuevo, en una galería infinita de cuadros de afectos y de esfuerzos humanos, de amor y de odio, de alternativas y cambios de fortuna. ¡Qué variedad de sucesos tan rica é interesante, y cuán poderosamente encadenan nuestra atención! ¡Cuánta gracia y cuánta dulzura en las escenas galantes y amorosas! ¡Cuánto ingenio resalta en las burlas! ¡Qué maravillosa diversidad en los juegos del acaso, y en los infinitos cambios que produce! ¡Cuánta corrección en los contornos de todos estos cuadros, sin omitir un solo rasgo! ¡Qué luz tan brillante, qué fuego en el colorido!