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La conspiración del Escorial, los tumultos de Aranjuez, las vergonzosas escenas de Bayona, la abdicación de los reyes padres, las torpezas de Godoy, las repugnantes inmoralidades de la última Corte, los tratados con Bonaparte, los convenios indignos que han permitido la invasión, todo esto, señora amiga mía, que es el colmo del horror y del escándalo, ¿lo han traído por ventura las Cortes?

Después se miraba diez y nueve veces al espejo, se acicalaba, y en el colmo ya del regocijo, les quitaba a los chicos del tercero el tambor con que atronaban la casa toda, y tocaba por los pasillos con furor y denuedo, seguido de la turba infantil y por ésta con alegres chillidos aclamado.

Nunca los hombres han visto ni oido cosa semejante. Para colmo de infortunio, este mismo año sufre Mohammed una gran derrota en sus huestes toledanas y cordobesas que le obliga á solicitar la paz del rey leonés.

»Entonces sería usted doblemente injusto replicó éste fríamente. »Y diciendo estas palabras, tomó respetuosamente el bastón de la temblorosa mano del anciano, y lo arrojó por la ventana. »La cólera de tío había llegado a su colmo. Sobrecogido por aquella sangre fría, cayó sobre un sillón sin poder pronunciar una palabra; pero llamó a su mayordomo y le hizo seña de que se llevase a Carlos.

El nacer de este amor, el desenvolverse y el llegar a su colmo en el alma candorosa de Margarita, son hechos meramente humanos, profundamente observados en la realidad y expresados luego con superior hermosura en la ficción dramática.

Lo mismo Visita que yo nos hallamos tan contentos y nos parece tan bien esa boda que precisamente en este momento hablábamos de ella con alegría y nos felicitábamos de que... ¡Bien, bien, dejemos eso! exclamó Tristán con aspereza. Aquellas palabras le parecían el colmo de la hipocresía y de la impudencia.

Judit no cabía en de gozo; hubiera deseado que todo el mundo la viese. Y para colmo de embriaguez, en la calle de la Paz divisó a dos de sus compañeras, a las que saludó con toda la afabilidad que da la dicha. Eran dos primeras partes que aquel día iban a pie. Al fin, el coche se detuvo junto a la verja de la calle de Rívoli.

Mi terror había llegado al colmo. ¿Dónde vas á estas horas, ladrón? dijo uno de ellos. Es el médico dijo otro. Al mismo tiempo enarbolé el bastón de hierro que me había regalado un maestro de la fábrica de armas y que acostumbraba á llevar por las noches. Los hombres, sin hacer caso, siguieron bailando ante y ejecutando los mismos gestos desatinados.

Su estilo, su lenguaje, sin necesidad del testimonio de las hermanas, a los ojos desapasionados de la crítica más fría, es un milagro perpetuo y ascendente. Es un milagro que crece y llega a su colmo en su último libro; en la más perfecta de sus obras: en El Castillo interior o las Moradas.

Estaba en él con magestad sentada, Giganta al parecer en la estatura, Pero aunque grande, bien proporcionada. Parecia mayor su hermosura Mirada desde lejos, y no tanto Si de cerca se ve su compostura. Lleno de admiracion, colmo de espanto, Puse en ella los ojos, y vi en ella Lo que en mis versos desmayados canto.