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Y después las miradas volvían a misma con mayor tristeza. También atormentaban al joven los elogios que sus amigos le hacían de ella. «¡Qué mujer te tienesle decía Pseudo-Narcissus odoripherus. Y Quercus gigantea le silbaba en el oído estas fúnebres palabras: «Es mucha hembra para ti, barbián. Ándate con mucho ojo». Pero doña Lupe le infundía ideas optimistas. ¡Parecía mentira!

Me quemaron vivo, porque... verá usted... había en aquella iglesia, digo, templo, una sacerdotisita que me gustaba... de lo más barbián, ¿se entera usted?... ¡y con unos ojos... así, y un golpe de caderas, Sr. D. Francisco...! En fin, que aquello se enredó, y la diosa Isis y el buey Apis lo llevaron muy á mal.

Las cabezas, harto calientes ya por el alcohol, después de aquel fugaz enfriamiento, se pusieron más fogosas. Vino el período de las canciones báquicas, desacordadas; las frases obscenas menudearon entre ellos y ellas. Un barbián salió a bailar el tango con Matilde la Serrana, mientras Concha les batía las palmas y cantaba con voz opaca de prostituta.

Nada de eso manifestó Cobo en tono ligero y alegre . Los amigos más reñidos son los mejores amigos. ¿Verdad, barbián? Al mismo tiempo tomó la cabeza de Ramoncito con ambas manos y se la sacudió cariñosamente. Este le rechazó de mal humor. Quita, quita, no seas sobón. Cobo y Maldonado eran íntimos amigos. Se conocían desde la infancia. Habían estado juntos en el colegio de San Antón.

¡Hola, barbián! dijo Dupont el menor al ver a Montenegro. ¿Cómo está tu familia? Un día de estos iré a la viña. Quiero probar un caballo que compré ayer. Y después de estrechar la mano de Montenegro y darle varias palmadas en los hombros, satisfecho de poder demostrar la fuerza de sus manazas ante aquellos amigos, le volvió la espalda. Fermín tenía con este señorito gran confianza.

¿Y como hombre? Todo un barbián. Nada de hipocresía y de llevar la cabeza baja. Bien se le conoce que fue soldado en su juventud. Tía Tomasa se acuerda de haberle visto en el claustro con casco de crines, charreteras de sargento y un chafarote que armaba gran estrépito.

Diga ozté Merluza, D. Enriquito: Merluza zoy, Merluza he zío y Merluza me he de morí el día meno penzao. Pues bien, mi amigo Merluza, el banderillero más barbián de la plaza de Málaga... Mis amigos D. Pablo López y D. Luis María Pastor, aficiona dos al arte.

«Hola, barbián dijo Santa Cruz sentándose y cogiendo al chico por ambas manos . Pues es guapo de veras. Lástima que no sea nuestro... No te apures, mujer, ya vendrá el verdadero Pituso, el legítimo, de los propios cosecheros o de la propia tía Javiera». Benigna y Ramón miraban a Jacinta.

Dentro de quince días es la fiesta del profesor de Historia Natural... Sabes que es muy barbian, que no pone nunca faltas ni pregunta la leccion. Chico, ¡hay que ser agradecidos! ¡Es verdad! Pues ¿no te parece que debemos festejarle? La orquesta no ha de ser menos que la que le llevasteis al catedrático de Física. ¡Es verdad! ¿Qué te parece si ponemos la contribucion á dos pesos?

¡Polaina, señá Frasquita!... Si te lo llegas a dar , ¿eh, comadre?... Te desbaratas en treinta y dos partes, lo mismo, lo mismo que un rompecabezas... ¡Saltar así a los sesenta y cinco años!... ¡Polaina!... Pero se acordaba él de otro salto aún más mortal todavía: el que dio cierto barbián amigo suyo, desde el almuerzo de un lunes a la comida de un jueves, sin tropezar siquiera en un garbanzo.