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Actualizado: 18 de junio de 2025
Me paece a mí que aquí D. Enriquito habla bien... Er Gordo poniendo banderiya, ¡la corona de María Zantízima! pero matando, ¡la perra zin vergüenza de zu mare! El Cigarrero se puso muy serio y repuso enojado: A ti no te toca esí na de eso, Sebastián. Too esto señore pueen hablá lo que gusten, pero tú, hijo, no puée... ¿Tamo? Merluza acortado, rectificó como pudo sus brutales palabras.
Vuelve uno lleno de polvo, hecho un asco ¡impresentable!» A Evaristo no le llaman la atención los caballos; le interesa la pista, y, sobre todo, el verde. Está deseando que se acabe la guerra para volverse a Europa, porque aquí, sin césped en la pista de Palermo, ya no puede vivir. Y Enriquito, ¿qué te dijo? ¡Ay, no me hable! Es el más frívolo y el más insulso de todos.
Se habló luego de si Clotilde era o no era elegante. «Es cache» dijo Enriquito, que entiende mucho de modas. Todos los fragmentos de conversación que escuché eran parecidos. Los jóvenes se expresaban por medio de vocablos hípicos para significar cualidades morales y episodios de los saraos, tertulias y reuniones.
Con eya en la mano, hay mu poco que tengan tan güena sombra... Lo que le tiene er Gordo, e que sabe demasiao er terreno que pisa... y cuando se sabe mucho... vamo... ya me entiende usté, D. Enriquito. Ozté perdone, zeñó José dijo a esta sazón Merluza.
Diga ozté Merluza, D. Enriquito: Merluza zoy, Merluza he zío y Merluza me he de morí el día meno penzao. Pues bien, mi amigo Merluza, el banderillero más barbián de la plaza de Málaga... Mis amigos D. Pablo López y D. Luis María Pastor, aficiona dos al arte.
Palabra del Dia
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