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Valentina se había puesto el ramo en la cintura con una coquetería innata, y alborotaba toda la casa mostrando mis flores como una maravilla. ¿Qué te ha regalado don Camilo? le preguntó Martín. Un álbum con su retrato. ¡Si vieras qué cache está el pobre! Niña, no digas eso le decía la madre. , mamá, ¿por qué no lo he de decir?

En vez de haberme dado alguna cosa útil, me sale ese zonzo dándome un álbum con su retrato, como si fuera tan buen mozo y tan joven. Venga, Julio, venga a la sala agregó, se lo voy a mostrar; y llevándome casi de la mano, me condujo adentro y abriendo la primera hoja del álbum, me dijo: Vea, dígamelo con franqueza ¿se puede dar un hombre más cache?... y prorrumpió en una carcajada...

Salió primero el que se llamó Ayar Cache y su mujer con él, que se llamó Mama Guaco; y tras éste salió otro que se llamó Ayar Oche, y tras él su mujer, que se llamó Cura; y tras éste salió otro que se llamó Ayar Auca, y su mujer, que se llamó Ragua Ocllo; y tras éstos salió otro que se llamó Ayar Mango, a quien despues llamaron Mango Capac, que quiere decir el rey Mango; y tras éste salió su mujer que llamaron Mama Ocllo; los cuales sacaron en sus manos, de dentro de la cueva, unas alabardas de oro, y ellos salieron vestidos de unas vestiduras de lana fina tejida con oro fino, y á los cuellos sacaron unas bolsas, ansí mismo de lana y oro, muy labradas, en las cuales bolsas sacaron unas hondas de niervos.

El único lujo ostentoso que se veía el domingo era el de los «cipreses». Estos pintureros y pisaverdes examinaban atentamente los trajes de las señoritas. A uno de ellos muy presumido le decir, refiriéndose a una niña cuya elegancia no se ajustaba a sus cánones: «¡es cache!». El pavipollo revoleó la varita y siguió al encuentro del rey de los cipreses, de Carlitos Nuezvana.

Y esto acabado, estuviéronse allí hasta que dende á cierto rato oyeron cómo daba golpes en la losa de dentro Ayar Cache, y viendo los compañeros que no podia salir, tornáronse al asiento de Guanacaure, donde estuvieron los tres juntos un año y las cuatro mujeres con ellos; y la mujer de Ayar Cache, que ya era quedado en la cueva, diéronla á Ayar Mango, para que le sirviese.

Este sacó con mucho misterio una preciosa tabaquera de oro guarnecida de brillantes, con el retrato de la reina María Luisa en la tapa, y tomó un polvo de rapé haciendo mohínes picarescos. Es mi vicio decía , nadie lo sabe; un secreto... Péché caché, est tout

Se habló luego de si Clotilde era o no era elegante. «Es cache» dijo Enriquito, que entiende mucho de modas. Todos los fragmentos de conversación que escuché eran parecidos. Los jóvenes se expresaban por medio de vocablos hípicos para significar cualidades morales y episodios de los saraos, tertulias y reuniones.

Los cuales, como fuesen de allí hasta un cerro questá legua y media del Cozco, Guanacaure, y descendieron de allí, á las espaldas deste cerro, á un valle pequeño que en él se hace, donde como fuesen allí, sembraron unas tierras de papas, comida destos indios, y subiendo un dia al cerro Guanacaure para de allí mirar y devisar donde fuese mejor asiento y sitio para poblar; y siendo ya encima del cerro, Ayar Cache, que fué el primero que salió de la cueva, sacó una honda y puso en ella una piedra y tiróla á un cerro alto, y del golpe que dió, derribó el cerro y hizo en él una quebrada; y ansímismo tiró otras tres piedras, y hizo de cada una una quebrada grande en los cerros altos; los cuales tiros eran y son, desde donde los tiró hasta donde el golpe hicieron, segun que ellos lo fantasean, espacio de legua y media y de una legua.