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Buscaron flores naturales; mas no hallándolas, por ser tan impropia de ellas la estación, tejieron una linda corona con flores de tela, escogiendo las más bonitas y las que más se parecían á verdaderas rosas frescas traídas del jardín. Un hombre antipático trajo una caja algo mayor que la de un violín, forrada de seda azul con galones de plata, y por dentro guarnecida de raso blanco.

Y ambos se emparejaron y se pusieron a caminar al paso, unas veces vivo, otras muerto, de sus cabalgaduras. Conforme se alejaban de la villa industrial, el paisaje iba siendo más ameno. La carretera bordaba las márgenes de un río de aguas cristalinas, y era llana y guarnecida de árboles.

El patio aún subsistente es pequeñuelo, empedrado de guijos, con cuatro columnas dóricas, con una galería guarnecida con barandado de madera. A la izquierda, conforme se entra en la casa, cerca de la puerta de la calle, se abre otra puerta chica. Y esta puerta franquea una reducida estancia, cuadrada, de paredes lisas, húmeda, de techo bajo, con una diminuta ventana.

Habiendo cambiado de lugar por diferentes veces, ha sido definitivamente establecida, despues de la espulsion de los Jesuitas, entre los rios Tico é Ivari, distante como diez leguas de la reunion de este último rio con el brazo del Mamoré, y en el seno de una hermosa llanura guarnecida en parte de arbolados, pero demasiado húmeda en estío.

Este sacó con mucho misterio una preciosa tabaquera de oro guarnecida de brillantes, con el retrato de la reina María Luisa en la tapa, y tomó un polvo de rapé haciendo mohínes picarescos. Es mi vicio decía , nadie lo sabe; un secreto... Péché caché, est tout

Estaba asentada en la misma falda de una montaña no muy elevada, guarnecida por todos lados de huertas frondosas y bosques de laurel y naranjo. Su blanco caserío parecía colocado en tal sitio por una mano de artista amiga de combinar los recursos de la naturaleza para producir la emoción estética, como diría un revistero de teatros.

Este, de pie, con su barba plateada y levemente ondulosa como la de los ermitaños de tragedia, con su calva central guarnecida de abundantes mechones canos, con su alta estatura, un tanto encorvada ya, se le figuraba la ancianidad clásica, adornada de sus atributos, coronando la cima de los tiempos. Y el patriarca, a su vez, creía ver en aquella buena moza el viviente símbolo del pueblo joven.

Buscaron flores naturales; mas no hallándolas, por ser tan impropia de ellas la estación, tejieron una linda corona con flores de tela, escogiendo las más bonitas y las que más se parecían á verdaderas rosas frescas traídas del jardín. Un hombre antipático trajo una caja algo mayor que la de un violín, forrada de seda azul con galones de plata, y por dentro guarnecida de raso blanco.

Al decir estas palabras, advirtió que parecia tieso y henchido una especie de costal muy largo que traía el ermitaño, y vió dentro la palangana de oro guarnecida de piedras preciosas, que habia hurtado. No se atrevió á decirle nada, pero estaba confuso y perplexo.

No se dio cuenta de la frialdad de aquella cama. No se preocupó de si la criatura despertaría y llamaría a su madre llorando. Sin embargo, los brazos seguían ejerciendo su presión instintiva y la pequeña criatura continuaba durmiendo tan tranquilamente como si estuviera mecida en una cuna guarnecida de encajes.