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Adoraba a su familia y amaba a su prójimo; pero jamás se había bañado en su vida por temor de malgastar el agua, objeto de su comercio. Poseía los sentimientos más delicados del mundo; pero no sabía imponerse los sacrificios más elementales que la civilización recomienda. ¡Pobre M. L'Ambert! ¡y pobre Romagné asimismo! ¡qué noches y qué días! ¡qué lluvia de puntapiés!

Pero ella obedeció, ajustándose el sombrero para marcharse. ¡Cómo! exclamó Laura sorprendida. ¿Usted pretende imponerse? ¡No! ¡Déjela! ¡Perverso! ¡Pícaro! Adriana acalló sus palabras con una caricia, y luego hizo a la sirvienta seña de seguirla. Y salió, después de besar, rápidamente, a Zoraida y a Carmen. Sus pasos y sus sollozos resonaron en la escalera del vestíbulo.

Cuando no venían otros chicos, Petra no se decidía a malgastar sus talentos de novelista, y se dedicaba con alma y vida a la tarea que se le había encomendado; el hijo del brigadier seguía con atención profunda, como un aprendiz que desea imponerse pronto en el arte, las manos de la bella.

Con esta embajada fue Tomás Cardoso para imponerse a Morsamor, a quien halló solo en la pequeña cámara del buque.

Orgullosa y altiva, creía identificar en su persona las clases «elevadas y superioresPor esto mismo se atribuía el derecho de imponerse a todos, y estaba persuadida de que personificaba el buen tono. No faltaba mucho para que se considerase como una rueda esencial en el mantenimiento del orden social.

Lo que llaman infidelidad no es más que el fuero de la naturaleza que quiere imponerse contra el despotismo social, y por eso verás que soy tan indulgente con los y las que se pronuncian. Por aquí siguió en su ingenioso tema; pero Fortunata no entendía bien estas teorías, sin duda por el lenguaje que empleaba su amigo. A poco de esto se puso ella a cenar.

Claro que en principio tuvo por protectores á los alcaldes que le ayudaron, pero andando el tiempo, y dicho sea de verdad, llegó el escribano á imponerse de modo, que señores muy graves de la Audiencia le tenían miedo y dejábanle por esto hacer cuanto le viniese en mientes, que no era poco.

A nadie como a él he visto entrar en la vida con menos ideal y más sangre fría, ni apreciar su destino con visual más firme contando con menos recursos. Tenía la mirada franca, el gesto libre, la palabra neta; y exactamente el atractivo, el tipo y el talento que son necesarios para deslizarse insensiblemente en las masas e imponerse.

Fuese extravagancia de entendimiento perturbado, fuese abnegación premeditada, había en su conducta heroica grandeza, algo casi sobrehumano, que consistía en imponerse el doble sacrificio de privarse de su hijo, y aceptar por tal al que no lo era, para que esta ignorancia la hiciese luego tratar a ambos con el mismo cariño.

Oía con atención las conversaciones que le sonaban a sabiduría; y sobre todo procuraba imponerse dando muchas voces y quedando siempre encima. Si los argumentos del contrario le apuraban un poco, sacaba lo que no puede llamarse el Cristo, porque era un rotin, y blandiéndolo gritaba: ¡Y conste que yo sostendré esto en todos los terrenos! ¡en todos los terrenos!