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Actualizado: 14 de julio de 2025
Nadie se cuida de los millonarios, y helos ahí teniendo que fundar escuelas y hospitales y que distribuir su dinero en obras de beneficencia. ¡Pobres millonarios! Hasta hace poco, su desamparo se explicaba por su rareza. Los millonarios eran escasísimos y no podían imponerse. Pero las cosas han cambiado, y hoy, en Bilbao, ¿quién no está ya en el tercero o cuarto millón?
Venían persas con las cabezas tonsuradas; griegos que traían tatuado en las manos el signo de la cruz; ingleses, irlandeses, franceses, italianos, eslavos... Unos, mudos de nacimiento, querían que el Apóstol les concediese el uso de la palabra; otros, ciegos, deseaban ver, y muchos sólo se proponían cobrar una herencia, ya que en la Edad Media, para cobrar una herencia solía imponerse como condición la peregrinación a Santiago.
Los grandes planes que debían imponerse al comité, para que éste los impusiese al público, salían de allí, y en su elaboración tomaban parte las cabezas supremas, que deliberaban como una especie de estado mayor, sin que los jefes subalternos tomasen parte en las discusiones.
Y considere que para ejercer esa supremacía salvadora, sus manos no hubieron de imponerse sobre las mías; bastó con que yo la viera desde lejos, brillando en una fiesta.
¡Qué diferencia con las emociones experimentadas cuando comenzó su relación con Muñoz! Recordó un día en que éste le besó la mano con beso tembloroso, ardiente, de hombre enamorado que quiere imponerse por la audacia, y sólo despertó en ella un sentimiento hostil y ofendido... ¿Llegaría jamás a ofenderse, en cambio, cuando Julio le besara la mano con su modo distraídamente humilde?
No obstante todos sus razonamientos contrarios, debía ver que el suicidio es un mal, y que la ley moral ordena soportar pacientemente la vida hasta el último día; pero este mandamiento podía valer para quien había obedecido a todos los otros; ella, que había infringido ya uno mucho más grave, debía sentirse desligada de esta obligación, y además, cuando pensaba en matarse, quería imponerse un castigo.
Venido al mundo en la mala época, cuando flaquea la fe y la Iglesia no puede imponerse por la violencia, el buen don Antolín había quedado obscurecido en la baja administración de la catedral, ayudando al canónigo Obrero en la partición y señalamiento de las pesetas que el Estado daba a la Primada, dedicando una larga meditación a cada puñado de céntimos, y esforzándose por que la santa casa, como las familias arruinadas, conservase su buen exterior, sin revelar la miseria.
Palabra del Dia
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