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Con el oído harto de música suculenta, buscaba autores ignorados y muchas veces extravagantes que excitaban su curiosidad; pero siempre volvía á exigir como platos fuertes de estos banquetes auditivos los maestros de sus primeras adoraciones, y entre todos ellos, Beethoven.

Extramuros, al pie de las fortificaciones de Marineda, celébrase todos los años una fiesta conocida por las Comiditas, fiesta peculiar y característica de las cigarreras, que aquel día sacan el fondo del cofre a relucir y disponen una colación más o menos suculenta para despacharla en el campo; campo mezquino, árido, donde sólo vegetan cardos borriqueros y ortigas.

Sentáronse a la mesa con doña Guiomar y sus dos convidados, doña Agueda, ya anciana, que aún junto a ella vivía, y su capellán, docto licenciado, ya de edad provecta y de muy buenas maneras y gracia, que la mesa bendijo, después de lo cual, y de haber servido lindas doncellas los aguamaniles, empezó la comida, tan variada y tan suculenta, que más que comida ordinaria, banquete de Estado parecía.

Está bien, señor se oyó a la distancia bajo la lluvia y momentos después los dos mercachifles cargados con un enorme peso que aquélla aumentaba, salían chapaleando barro, conducidos por Hipólito a caballo, mientras Melchor desdoblaba la servilleta que se ponía en las faldas, y tomaba un plato de suculenta sopa de arroz con ajíes de la huerta...

Debo exceptuar lo relativo á los alimentos, en que se conservan los antiguos hábitos de repetir las comidas, teniendo una frailesca á medio día, asi como la suculenta cena á las nueve de la noche. Las costumbres tienen allí un doble sello, porque son como el término medio, ó mejor dicho, la transición de lo español á lo francés.

Y como si esto en vez de un placer, en vez de una gloria fuese para Petra una carga, un trabajo, el mejor mozo de Vetusta le pagaba el servicio con amores de señorito que eran los que ella había saboreado siempre con más delicia, por un instinto de señorío que siempre la había dominado. Pero además gozaba de otra venganza más suculenta que todas estas la endiablada moza. ¿Y el Magistral?

No seré yo, pecador, quien lo niegue; aunque sospecho que la regalona vida y suculenta mesa tendrían en ello no pequeña parte; que el jamón y el vino crían carne y sangre con más eficacia que todas las antífonas, jubileos y responsorios.

En esta cesta ha puesto él, Sarrió, una suculenta merienda para que Azorín se la coma en el camino. ¡Es la última muestra de simpatía! Azorín le dice Sarrió , tenga usted cuidado de que no se estruje la uva que va en la cesta... Cuando se coma usted esa uva que yo he cogido en el huerto, acuérdese, Azorín, de que aquí deja un amigo sincero.

La carne que a él le tentaba era otra, la de ternera por ejemplo, y la de cerdo más, en buenas magras, chuletas riñonadas o solomillo bien puesto con guisantes. Más pronto se le iban los ojos detrás de un jamón que de una cadera, por suculenta que esta fuese, y la mejor falda para él era la que da nombre al guisado.

Las dalagas iban lujosamente vestidas, montando ligeros caballos. El Gobernadorcillo de Atimonan tenía preparada bajo un bonito kiosko, una suculenta merienda. Lo delicioso del lugar, las frescas brisas del Pacífico cuyas espumas llegaban á nuestros pies, y la armonía de la música que se mezclaba con el eterno y acompasado murmullo de las ondas, nos retuvo más tiempo del que debíamos.