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Por la primera vez en su vida, Roussel le veía de este modo, lo que le alarmaba seriamente. Disimulaba, sin embargo y no lo interrogaba, temiendo una respuesta que abriese de nuevo el debate. Esperaba todavía que "aquello pasara", pero veía que no "pasaba" jamás. Por las tardes Mauricio salía solo con frecuencia.

Cabía temer que también pasaran estas ráfagas consoladoras, como había pasado el huracán de antes, y yo lo temí seriamente; pero iban corriendo los días, y lejos de pasar con ellos, cada vez se dejaban sentir más halagüeñas y me traían nuevas fragancias.

En cambio, en la Natzichet, menos seriamente comprometida, la conciencia de las responsabilidades era ninguna o muy pequeña; el deber político en ella, mujer, tenía que oponer a la pasión un obstáculo menor, y si todavía no pesaba sobre ella una condena por crímenes, los informes de la policía la consideraban capaz de consumarlos.

Créeme, Ester, hay pocas cosas, ya en el mundo exterior, ó ya á cierta profundidad en la esfera invisible del pensamiento, hay pocas cosas, repito, que queden ocultas al hombre que se dedica seriamente y sin descanso á la solución de un misterio. puedes ocultar tu secreto á las miradas escudriñadoras de la multitud.

Los señores de la Jardye y Hermany contestaron con fría urbanidad, que no podía cuestionarse seriamente aquella transposición de papeles, en tan desgraciado asunto, y que la negativa persistente en reconocer los derechos de su cliente a su calidad de ofendido, equivalía por parte del señor de Lerne a una acusación de reparación, que no podía de ninguna manera entrar en sus intenciones.

Al oír este nombre Isidora palideció, y el corazón saltó en el pecho. Su espontaneidad quiso decir algo; pero se contuvo asustada de las indiscreciones que podría cometer. Después salió a relucir el tema más común en estos paseos de parejas. Hablaron de aspiraciones, del porvenir, de lo que cada cual esperaba ser. Miquis habló seriamente, sin dejar su expresión irónica, por ser la ironía, más que su expresión, su cara misma.

Mi mujer ha dispuesto el equipaje y yo he escrito á mis buenos amigos de España, más un artículo para La América, titulado, filiacion de los partidos en política. La cuestion de comida nos preocupa muy sériamente, é ignoro á dónde irémos á parar. Desde que salí de Madrid no he hecho una verdadera digestion, y ya mi estómago principia á volverse contra su sueño.

Algunas tardes, en el desorden del lecho, el tañido de «la campana de don Miguel» sorprendía a Ojeda hablando seriamente de un gran negocio, de una combinación con amigos del club, indiferente y frío ante la carne adorada que no podía contemplar en otros tiempos sin cubrirla de fogosas caricias.

Rita era la única mujer que su primo Rafael Arias había amado seriamente: no con una pasión lacrimosa y elegiaca, cosa que no estaba en su carácter, el más antisentimental que entre otros muchos resecó el Levante indígena, sino con un afecto vivo, sincero y constante.

Pareciome el extranjero digno de alguna consideración, trabé presto amistad con él y lleno de lástima, traté de persuadirle a que se volviese a su casa cuanto antes, siempre que seriamente trajese otro fin que no fuese el de pasearse. Admirole la proposición, y fue preciso explicarme más claro.