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Actualizado: 9 de junio de 2025
Con lo que se concluyó la acta, que firmaron los Señores del Exmo. Cabildo, de que doy fé: Juan José Lezica Martin Gregorio Yañiz Manuel Mancilla Manuel José de Ocampo Juan de Llano Jaime Nadal y Guarda Andres Dominguez Tomas Manuel de Anchorena Santiago Gutierrez Dr. Julian de Leiva Licenciado D. Justo José Nuñez, Escribano público y de Cabildo. En Buenos Aires, á 23 de Mayo de 1810.
«Antes debo jugar mi última carta... pensó Jaime . Voy a ver a «la Papisa Juana» Hace muchos años que no la he visto; pero es mi tía, mi pariente más próxima. En justicia, debía ser yo su heredero. ¡Si ella quisiera!... Le bastaría hacer un gesto, y todos mis apuros habrían terminado.» Pensó en la hora mejor para visitar a la gran señora.
El Rey Don Jaime su hermano sustentaba sus Reinos de Aragon, Cataluña, y Valencia con suma paz y reputacion, amado de los súbditos, temido de los infieles, poderoso en la mar, servido de famosos capitanes, aguardando ocasion de engrandecer su corona á imitacion d sus pasados.
Su fuerza de voluntad triunfó de todos los obstáculos. Estuvo impenetrable. Nadie hubiera podido sospechar que aquel tranquilo y alegre testigo de la boda era el mismo que había escrito, pocos días antes, las apasionadas palabras que ya hemos leído. El P. Enrique no se olvidó de nada. Habló a doña Luz con el mismo afecto de siempre y a D. Jaime con la más amable cordialidad.
Un instante no más fue lo que tardó D. Jaime en aparecer a la puerta del saloncito que doña Manolita había dejado abierta. No tuvo D. Jaime que hablar palabra para obtener el permiso de entrar en el saloncito. Ella le aguardaba; ella le vio venir y le recibió sin cumplimientos ni ceremonia. Doña Manolita se quedó fuera y D. Jaime entró solo.
En mí no podría poner la voluntad sino para casarse conmigo. ¿Y qué puedo yo llevarle? Mis bienes, cuidados por mí, estando yo aquí sobre ellos, producen 20.000 rs. el año que más: si me fuese de aquí, no me producirían 10.000 rs., o administrados o en arrendamiento. Mi boda con D. Jaime sería como grillos con que él ataría sus pies; sería para él una carga muy pesada.
En cualquiera de ambos supuestos, reconoció doña Luz la necesidad de cambiar de conducta; la conveniencia, valiéndonos de una frase española, algo anticuada, pero gráfica, de poner su descuido en reparo. La llegada a Villafría del triunfante y flamante diputado D. Jaime Pimentel y Moncada coincidió casi con esta prudentísima, aunque algo tardía resolución.
Jaime piensa que lo mejor era provocar las confidencias. ¿Pero cómo? ¿El medio más sencillo no sería demostrar a Juan la misma confianza que reclamaba de él? Se apresuró, pues, a aprovechar la hora para llevar la conversación a un terreno propicio: ¡Ah! el pensamiento de las jóvenes, es para nosotros indescifrable; su jardín secreto nos es inaccesible.
Enviaronse á Sicilia para poner en efecto la renunciacion Embajadores de parte de Don Jaime y de Gostanza, y entregar el Reino á los Legados del Pontífice Romano.
¡Ah! exclamó Febrer poniéndose hosco, como si comprendiera de pronto toda la importancia de tales palabras. El muchacho, satisfecho de su superioridad, continuó dando consejos. Don Jaime debía vivir en adelante menos descuidado, cerrar la puerta de su torre, no hacer caso, apenas llegada la noche, de los gritos de fuera.
Palabra del Dia
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