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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Nunca la conversación de Guzmán ha sido tan varia, ni se le ha visto tan decidido a utilizar las provisiones de su memoria de artista y los recursos de su juicio de filósofo práctico, para que no decaiga el interés de sus relatos y comentos... Porque es indudable que Pepe Guzmán está convencido, o parece estarlo, de que las preocupaciones y tristezas de Verónica tienen el arraigo en el pasado suceso, en el temor de otro semejante y en algo que se relaciona inmediatamente con todo esto, que es lo mismo que la propia enferma acepta como fundamento y origen de su enfermedad; y sin embargo, y mientras él la habla y en tanto discurre por aquellas alturas, ella, con una impaciencia y un disgusto que disfraza con síntomas de su desconcierto nervioso, va pasando: «¡no es eso!..., ¡no es eso!» Y cuando él se despide, muy ufano, ella se queda más contrariada; no porque vuelve a verse sola, sino porque tampoco entonces se la ha hablado de algo de que debiera hablársela; «porque Pepe Guzmán tiene que convencerse de que en la situación de ánimo en que ella se encuentra, no pueden interesarla relaciones de casos extraños, por bien hechas que estén». Y Pepe Guzmán suele responder a estas anhelaciones faltando dos y tres noches seguidas a la tertulia.

Y de vez en cuando se refería a Lucía, pero hablando en español para hacer notar el concepto inferior en que la tenía: ¡Oh! si usted supiera el trabajo que ella me da, para interesarla en los estudios serios. Y ella es inteligente, señor, pero aquí las niñas no tienen afición, porque están muy mal educadas. Ellas no tienen base, señor, no tienen base.

Sorprendido el viejo, apresuróse a dar a la marquesa aquella nueva que tanto había de interesarla, y esta, profundamente conmovida, quiso al punto ver al moribundo; reflexionando, sin embargo, un momento, y deseosa de ir sobre seguro, hizo llamar al fondista para conocer antes, en todos sus detalles, aquella triste aventura, cuyo fúnebre desenlace estaba ya a la vista.

En cierta ocasión, sin embargo, Gonzalo tomó el asunto con más seriedad y persistencia. Un amigo de la infancia, ingeniero de caminos, le habló de Cecilia, y le pidió su protección para interesarla en su favor. La franqueza y sinceridad de su lenguaje agradó mucho al joven. Gonzalo le dijo, me encuentro ya en edad y en disposición de casarme.

Bueno estaría que ahora que vamos a perder a Cuba, resto de nuestras grandezas, nos diéramos esos aires de señores y midiéramos el paso.... La Regenta no oía a su marido; el drama empezaba a interesarla de veras; cuando cayó el telón, quedó con gran curiosidad y deseó saber en qué paraba la apuesta de don Juan y Mejía.

Desde el primero de Setiembre, Bringas empezó a ir a la oficina, aunque trabajaba muy poco, y se pasaba todo el tiempo hablando con el segundo jefe. Era una picardía que le hubieran cercenado el sueldo en el mes de Agosto, y en cuanto la Señora viniera, pensaba él interesarla en su favor para subsanar un despropósito tan sin gracia.

Otra cosa parecía interesarla: algo que no acertaba a decir, pero la hacía verter lágrima tras lágrima. El siñó Pep luego de cerrar la puerta de la casa, se había paseado más de una hora por la cocina mascullando palabras y cerrando los puños. «¡Aquel don Jaime!... ¡Empeñarse en conseguir lo que era imposible!... ¡Testarudo como todos los suyos!...

Ayer ha mordido un dedo a la costurera; ahora acaba de romper un espejo. ¡No hay paciencia para sufrirla! Micaela, a quien aquel castigo repugnaba, calló. Siguió la esposa de Quiñones hablándole con afectada indiferencia de su vestido; mas apesar de lo mucho que el tema debía de interesarla, la joven se mostraba bastante distraída y lanzaba frecuentes ojeadas a la niña.

Trátanla como á madre, como á hermana, como amiga, como á confidente y consejera..... ¡Hasta pretenderían hacerla su cómplice! ¡Todo se lo cuentan; todo se lo consultan; en todo procuran interesarla; de todo le ofrecen participación, consistente en algunas velas, en alguna joya ó en la trenza de sus mismísimos cabellos.

Estaba junto á su mamá y llegaban hasta ella algunas de sus palabras como un lejano susurro. Pepita comprendió que su madre hablaba de una carta que debía interesarla mucho, á juzgar por las veces que la nombró. La joven púsose á temblar pensando en las que tenía ocultas, como una prueba de delito, allá en su hotel de Las Arenas.

Palabra del Dia

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