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Actualizado: 11 de junio de 2025
Sí, sí... bien puede ser... pero si eso es verdad, don Rodrigo es un miserable. ¿Y qué otra cosa puede ser un hombre que parte su querida con otro? Vos érais un instrumento de don Rodrigo Calderón. Estáis, pues, en el caso de volver en vos. ¿Me juráis, don Francisco, que no me habéis tomado por instrumento? No, no os lo juro, porque quiero que me sirváis.
¡Ah! exclamó con disgusto doña Ana. Fué la manera más pronta que se me ocurrió de señalarla. ¿Pero has visto tú esa señal? No; pero un día, don Rodrigo, que quiere más de lo que parece á la Dorotea, me dijo: Juan, yo te he hecho hombre. Indudablemente, señor le contesté. Eres listo y astuto y parece que hueles las cosas. ¿Qué hay que averiguar? Tú sabes cuánto quiero á la Dorotea. Sí, señor.
Además, que cuando tal le ha acontecido á don Rodrigo, él lo habrá buscado. Acaso tengáis vos la culpa. ¿Yo? ¿le ha sucedido por mí esa desdicha? Si por cierto; mediaban ciertas cartas. ¿Cartas?... De una noble dama... Vos habéis sido imprudente... El cocinero mayor ha llegado á saber lo de las cartas... y un sobrino del cocinero mayor... ¡Qué decís!
Este tenía una hija, Rodrigo, en belleza un ángel, Que es el mayor bien que tengo; Si otro tengo, Alá me falte. Crióse conmigo niña, Engañados y ignorantes, Que ser hermanos creimos; Mas no engaña el tiempo a nadie. Crióse amor con nosotros, Niños, niño; grandes, grande; Lo que pasó en este tiempo No es tiempo que aquí lo trate.
El conde de Lemos seguirá en su destierro; ha sido más audaz que los otros... ha pretendido ganar la confianza de su alteza, despertando sus pasiones y halagándolas... ha sido, pues, necesario ser severo con él, y como lo he sido con él, lo seré con los demás; lo seré, no lo dudéis añadió el duque contestando á un movimiento de duda de don Rodrigo.
Hubo que don Rodrigo me dijo : No conozco á quien la acompaña; persona debe ser cuando tan tirado platican y tan despacio caminan. Podrá suceder que cuando llegue el caso ese hombre me venza. Anda y busca una ronda, Juara. ¿Y hubo lance? Lance hubo. ¿Hubo sangre? Hubo un desarme... ¿Quién mandó? El embozado del portal. ¡Ah! Pues no sabía yo que tenía tan buen pariente.
Merece una estocada dijo la joven. No por cierto: esta carta merece una paliza. ¿Pero de quién me valgo yo? ¿á quién confío yo...? Mostrad esa carta á vuestro padre. Mi padre necesita á ese infame: además, ésta no es la letra de don Rodrigo; se disculpará, dirá que se le calumnia. ¡Esperad! ¿Que espere?... ¡bah!, no señor; yo he de vengarme, y he aquí mis tentaciones.
No atañe al Almirante, sino á su sucesor en el gobierno de la isla Española la primera mención, hallada en la siguiente cédula, digna de notoriedad . «El Rey e la Reina. Rodrigo de Narváez, mayordomo de nuestra Artillería.
¿Quién agoniza por aquí? Lanzó el matón una rápida mirada de soslayo al hombre que estaba en el poyo. ¡Ah! dijo Quevedo siguiendo también de soslayo aquella mirada . ¿Y quién es él? ¡Bah, don Francisco! por mucho que yo os deba, también debo mucho á don Rodrigo y... Sonó Quevedo algunas monedas en el bolsillo, y el matón cambió de tono.
Sea lo que quiera; pero oíd y atad cabos: ya os he dicho que el tío Manolillo me preguntó cuánto dinero se necesitaba para despachar una persona principal, y que yo le dije que mil quinientos doblones, que el tío Manolillo no los tenía; que la Dorotea cree que don Rodrigo Calderón tiene cartas de amores de la reina... que está celosa... recordad bien esto. Sí, sí, lo recuerdo.
Palabra del Dia
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