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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Para que sepamos cuál es la causa de lo que ha ocurrido, y si Arturo ha acertado en alguna de las diversas indicaciones que acaba de hacer, precisa, ante todo, que se lave el aparato, se le desarme y lo volvamos a armar con detenimiento.... A ver, Raimundo, llévate esa máquina, que se lave bien, y después de secarla, la traes.
Y diciendo esto sacó su espada del desarme, se retiró dos pasos del otro, que había quedado inmóvil, y luego se embozó y tiró la calle adelante por donde había desaparecido la tapada. El vencido quedó solo, inmóvil; un momento después de haberse alejado su generoso vencedor, relumbraron luces en una calleja y adelantó un hombre, á quien seguían otros cuatro.
Era un desarme completo; el enemigo no podía valerse de sus armas; entre tanto, al forastero le quedaba franca la daga para herir, pero no hirió. Idos dijo al otro ; puedo mataros, pero no quiero asustar á mi buena suerte tiñéndola de sangre la primera noche que entro en Madrid; envainad vuestros hierros y volvéos por donde habéis venido.
Hubo que don Rodrigo me dijo : No conozco á quien la acompaña; persona debe ser cuando tan tirado platican y tan despacio caminan. Podrá suceder que cuando llegue el caso ese hombre me venza. Anda y busca una ronda, Juara. ¿Y hubo lance? Lance hubo. ¿Hubo sangre? Hubo un desarme... ¿Quién mandó? El embozado del portal. ¡Ah! Pues no sabía yo que tenía tan buen pariente.
La Sanguijuelera visita a los de Relimpio y califica la conducta de su sobrina con palabras que a pluma más hipócrita no podría velar con los disimulos del lenguaje. Abril. Desarme de la Milicia por la Milicia. Dos cobardías se encuentran frente a frente y del choque resulta una página histórica. No corre la sangre.
Entonces os desarmé, pero ahora que sé que sois don Rodrigo Calderón, os mato. Al decir el joven estas palabras, don Rodrigo Calderón dió un grito. La daga de Juan Montiño se le había entrado por el costado derecho. Y entre tanto Quevedo daba una soberana vuelta de cintarazos, sin chistar, á un bulto que había venido en defensa de don Rodrigo.
¿Creéis acaso que he herido ó muerto á don Rodrigo cuando le detuve para que no os siguiese? Entonces le desarmé. ¿Pues cuándo le habéis herido? Hace media hora; cuando salía don Rodrigo de casa del duque de Lerma; era preciso quitarle unas cartas... ¿Unas cartas? Tomad, señora dijo Montiño, sacando una cartera de terciopelo blanco bordado de oro, sobre la cual se veían manchas de sangre fresca.
Horrorizados de tanto gasto y de tanta efusión de sangre, los hombres políticos clamarán, y claman ya muchos, por la paz y aun por el desarme; no porque Adam Smith y sus discípulos los hayan convencido.
Y se cerró en estocadas estrechas, obligando al contrario á repararse con cuidado. ¡Ah! ¡ah! murmuró el joven ; en la corte no saben más que echar plantas; paréceme que ya le tengo para el desarme de mi tío el arcipreste. ¡Veamos! ¡Pobre hombre! ¡Bah! ¡estáis preso! ¡Sois mío!
Zea ha emprendido el desarme de los voluntarios realistas?... Sí, el fantasmón de Castroterreño en León y el mentecato de Llauder en Cataluña ponen despachos al Gobierno diciendo que han quitado las armas a los voluntarios realistas. ¿Usted lo cree? ¿Usted cree que se pueden quitar los rayos al sol?
Palabra del Dia
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