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Actualizado: 11 de junio de 2025
Es necesario inventar otra historia para engañar á doña Clara, aunque es necesario que sea más ingeniosa que la que he contado á la camarera mayor, porque doña Clara tiene mucho ingenio. Y bien dijo dándose un golpe en la frente : ya tengo la historia. Utilicemos el ruidoso asunto de los amores del príncipe don Felipe con la querida de don Rodrigo; eso es, adelante.
Por lo mismo, dejémosle que se vaya con su duque de Osuna. Por el contrario, yo le guardaría... Pues prendedle otra vez, que no ha de faltar motivo. No sé qué he oído de unas estocadas... ¡ah! ¡sí! don Rodrigo Calderón... En efecto, mi secretario Calderón, hace tres noches fué muy mal herido y está en mi casa.
Pues mirad, yo me había irritado con vos y con él... en el momento que supe que habíais herido á don Rodrigo. ¿Por amor á don Rodrigo? No, porque vi... porque adiviné la verdad. Que don Rodrigo había caído á causa de la reina... y me dije: me han tomado por juguete.
Y más raro es aún, dada la perfecta armonía de su estilo y la unidad de pensamiento que en el conjunto se nota, que haya podido creerse que el primer acto fue escrito por un autor, atribuyéndose, ya a Juan de Mena, ya a Rodrigo de Gota, y que son obra de otro autor los veinte actos restantes, en nada inferiores al primero.
Lo indudable es que los hijos de Witiza, i otros nobles ofendidos de la usurpacion del trono godo hecha por Rodrigo, de la crueldad de su gobierno i de su mal vivir, pasaron á Africa, con propósito de solicitar vivamente de Muza la entrada de tropas árabes en España.
Don Alonso, caballero de Olmedo, ama á Doña Inés y es amado de ella; pero el padre de ésta quiere casarla con un cierto Don Rodrigo. La intriga camina, pues, natural y favorablemente, cuando el drama se convierte en trágico de improviso, en oposición con su anterior índole.
Verdad, verdad; quisieron envenenarla. ¡Envenenarla! ¿Pero quién ha querido cometer ese atentado? Tu buen secretario don Rodrigo Calderón. ¡Pero si ese atentado se ha intentado hoy y don Rodrigo está en el lecho mal herido!
¿El que mató al marido de cierta bribona á quien galanteaba, y partió con ella los doblones que el difunto había ahorrado, por cuyo delito le ahorcan si no anda por medio don Rodrigo...? El mismo. Ha mandado don Rodrigo á ese hurtado á la horca que enamore á la mujer de Francisco Montiño...
No, señora. ¿Quién os dijo que don Rodrigo tenía estas cartas? Mi tío. ¡El cocinero de su majestad! exclamó con un acento singular la dama ; ¿y qué os dijo vuestro tío? Me llevó á un lugar donde me ocultó y me dijo: ese es el postigo del duque de Lerma; por ahí saldrá probablemente don Rodrigo Calderón; espérale, mátale, y quítale las cartas que comprometen á su majestad.
D. Juan y el duque de Sesa le dieron cartas de recomendación para el Rey, en las cuales le rogaban que atendiese á los méritos de este hombre distinguido, que se había granjeado la estimación de iguales y superiores . Bajo tan favorables auspicios se embarcó Cervantes en Nápoles en la galera del Sol con su hermano Rodrigo; pero el regreso á su patria no era tan fácil como creían.
Palabra del Dia
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