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Actualizado: 11 de junio de 2025
56 Y dondequiera que entraba, en aldeas, o ciudades, o heredades, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su vestido; y todos los que le tocaban eran salvos. 1 Y se juntaron a él fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén;
Así que, los más días, sus padres del caballerito, viendo cuánto le regocijaba mi compañía, rogaban a los míos que me dejasen con él a comer, cenar y aun dormir los más días.
Notó, asimismo, la curiosa lavandera que el Príncipe de las esmeraldas apenas comía, aunque sus familiares le rogaban que comiese, y que se mostraba melancólico y arrobado, exhalando a veces delo más hondo del hermosísimo pecho un ardiente suspiro.
Aquel que canta en esotra jaula es un músico sinsonte, que remeda los demás pájaros, y vuelve de cada pasaje como de un parasismo. Está preso en esta cárcel de los delictos del juicio, porque siempre cantaba, y cuando le rogaban que cantase, dejaba de cantar. Impertinencia es ésa casi de todos los desta profesión.
Engañada la plebe sencilla de los indios con este pregon tan falaz, unos se disponian á retirarse, otros lo comenzaron á hacer: pero otros mas esforzados y advertidos, rogaban con ardor no se rindiesen, que ya no era tiempo de rendirse, sino de valerse hasta lo último de las fuerzas y valor: que convenia morir peleando, y no huyendo.
Un invernáculo incomparable, inundado de luz eléctrica; la mesa instalada en el invernáculo, bajo un parral cargado de racimos... en el mes de abril, y se podían sacar cuantos quisierais! Sólo los accesorios del cotillón parece que habían costado cuarenta mil francos. Alhajas, bomboneras, y mil adornos deliciosos... que rogaban a la concurrencia se los llevara.
Pedía al cielo por su marido el alemán, que tal vez á aquellas horas empleaba todas sus facultades de energúmeno en la mejor organización del aplastamiento de los débiles; rezaba por sus hijos, oficiales del rey de Prusia, que revólver en mano entraban en pueblos y granjas, llevando ante ellos á la muchedumbre despavorida, dejando á sus espaldas el incendio y la muerte. ¡Y estas oraciones iban á confundirse con las de las madres que rogaban por la juventud encargada de contener á los bárbaros, con los ruegos de aquellos hombres graves y rígidos en su trágico dolor!...
En esto arribó Antonio de Avila, sargento mayor del tercio de Sicilia, y en presencia de todos llamó al capitán D. Juan de Castilla y le dijo de parte de todos los capitanes y soldados que Don Alvaro se había metido en las galeras con intención, según decía, de irse en la fragata en siendo de noche, y que los otros capitanes se habían retirado en el castillo, por lo cual le rogaban que quisiese tomar el gobierno de aquellos soldados y del fuerte, y que hiciese arbolar una bandera de paz y rindiese el fuerte, y hiciese con los turcos los mejores partidos que pudiese para salvar aquella gente que allí estaba, la cual se tenía ya por perdida.
28 El cual, cuando vio a Jesús, exclamó y se postró delante de él, y dijo a gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. 30 Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Qué nombre tienes? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él. 31 Y le rogaban que no les mandase ir al abismo.
Mi sorpresa y estupor al verme allí, tornado nuevamente y de improviso, según mi entender, a la vida, en presencia de personas desconocidas, y volviendo sin cesar al pasado mi pensamiento, recién salido de una sombra profunda; las impresiones de mi alma, a quien el repentino despertar, después de un largo entumecimiento, había dado cierta actividad ansiosa, fueron causa de que no pudiera estar tranquilo, como me rogaban el Gran Capitán y su mujer.
Palabra del Dia
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