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Mientras hacía Cervantes tantas y tan inútiles tentativas para alcanzar su libertad, trabajaban sus parientes en Madrid con igual objeto. Completaron sus recursos acudiendo á la generosidad del Rey, ya recordando sus méritos los compañeros de armas del cautivo, ya aprovechándose de la carta de recomendación del duque de Sesa.

El duque de Sesa ¡cielos! ¿Con tanta sangre y desvelos? ¿Y qué la fama escribió Por tan extraños caminos Su historia en libros de cuentas, Y no con plumas atentas En sus anales divinos? De seis mil escudos de oro Que en Valladolid le dieron; Otros diez mil en Madrid, Y veinte mil en Toledo A Nápoles se enviaron. Señor Contador, dejemos Partidas de diez y veinte; ¿No hay suma?

Cervantes permaneció en Sicilia á las órdenes del duque de Sesa, aunque no tardó en dirigirse á España, ya por su natural deseo de regresar á su patria, ya desalentado al ver el escaso premio que merecían sus servicios, con cuyo objeto pidió licencia en el verano de 1575. Concediósele, en efecto, y honorífica en alto grado.

Oración á la muerte de Lope de Vega, por el doctor Luis Cardoso. Para formarnos una idea de la ligereza de Montalván, al estampar estas cifras, diremos, que, después de afirmar que los regalos de los grandes, recibidos por Lope, ascendían en su conjunto á 10.000 ducados, añade luego que sólo del duque de Sesa había recibido 24.000.

El mariscal de Castilla D. Diego Fernandez de Córdoba, señor de Baena, lo obtuvo, con la villa erigida en condado, del rey D. Enrique IV, y de su casa pasó á la de Sesa, y despues á la de Altamira, cuyo primogénito lleva el título de conde de Cabra.

D. Juan y el duque de Sesa le dieron cartas de recomendación para el Rey, en las cuales le rogaban que atendiese á los méritos de este hombre distinguido, que se había granjeado la estimación de iguales y superiores . Bajo tan favorables auspicios se embarcó Cervantes en Nápoles en la galera del Sol con su hermano Rodrigo; pero el regreso á su patria no era tan fácil como creían.

Para ello mandó al Duque de Alcalá, Visorrey de Nápoles, que diese la infantería española de aquel reino, y que D. Alvaro de Sande, coronel della, la llevase, con la que el Duque de Sesa, gobernador del estado de Milán, daría.

Contribuyeron con sus rentas la Fábrica y el cabildo, y con pingües donativos la ciudad, el duque de Cardona y otros varios personages; el duque de Sesa, que se hallaba en Roma, pidió y obtuvo que aplicase el Papa por veinte años las vacantes de todos los beneficios de la ciudad y obispado, y que para el dia 8 de setiembre se publicase en la catedral un jubileo, á fin de que la limosna y producto de todo sirviese para continuar la nueva fábrica.

Al Duque de Alcalá no le pareció, en tiempo tan sospechoso, quitar los presidios de las tierras de marina, estando como estaba el armada del gran Turco á la Belona y teniendo la nueva que tenían de la muerte del Rey de Francia, que por este mismo respeto el Duque de Sesa había suspendido el licenciar la gente, por no estar bien acabada de confirmar la paz.