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Actualizado: 14 de septiembre de 2024
Como otros muchos hombres, en aquel largo período de anarquía, discordias y guerras civiles, que precedió al reinado de los Reyes Católicos, había buscado por diversos caminos la notoriedad, el poder y la fortuna, y no había logrado hallarlos.
Fausto, Margarita y Mefistófeles, y Werther y Carlota, en la literatura alemana, y sólo D. Quijote, Sancho, Dulcinea y D. Juan Tenorio, en la española, son los personajes que por la notoriedad, la fama, y el fulgor glorioso, pueden compararse a los personajes de Shakspeare, en las otras literaturas europeas.
Las lecturas públicas en el Turco compitieron en forma y alboroto con las reuniones de la Sociedad Patriótica establecida en el exconvento de Regina y en ambas adquirieron relieve y notoriedad gran número de liberales cuya oratoria pintoresca producía siempre el mayor efecto.
Aunque los hombres que gozan de notoriedad viven sometidos a la crítica y por lo mismo lo que contra ellos se dice tiene escaso valor, en este caso había que tener presente que se trataba de un amigo íntimo de Tristán. ¿Por qué molestarle haciéndole oír murmuraciones y críticas de las cuales jamás se ven libres los hombres de gran valer?
Había instantes en que experimentaba tristeza mirándose convertido en agente de la notoriedad ajena; pero luego, considerando que así se hacía útil, quizá necesario, al dueño de la mujer amada, y que cuanto más le favoreciese más se acercaba a ella, redoblaba su actividad y hacía prodigios para aguzar el ingenio.
Me parecía imposible que la impresión grabada se desvaneciese ante ninguna otra. El Niágara, por otra parte, con su notoriedad, con su fácil acceso, con la consagración universal de su belleza tiene algo de esos lieux communs de las literaturas clásicas, que, admirados por los hombres de todos los tiempos, concluyen por convertirse en estribillos.
A mediados del siglo XVIII, cuando España se metía en su caparazón, renunciando a lejanas guerras y nuevas colonizaciones, y se extinguía por falta de ambiente la fría crueldad religiosa, era cuando florecía el torero. El heroísmo popular necesitaba nuevos caminos para subir hasta la notoriedad y la fortuna.
El revoloteo de la negra amazona de la heroína servía de bandera a los batallones de zuavos, tropa de aventureros franceses, alemanes e italianos, detritus de todas las guerras del globo, que encontraban más grato seguir a una hembra ganosa de notoriedad que engancharse en la Legión extranjera de Argelia.
Y ya comenzaba a recitar con labio balbuciente un capítulo de la historia sagrada cuando vino a interrumpirlas Manín. Entró con su eterna chaqueta verde, calzones cortos, su gran calañés mugriento, haciendo temblar el piso con los zapatones claveteados. A esta indumentaria, arcaica ya en la provincia, debía gran parte de su notoriedad y la fama de terrible cazador de osos que había tenido.
Gozaba, pues, de estimación y aprecio en ciertos círculos de la sociedad, sin ser por ello figura de primera notoriedad, cual admitió Bermúdez de Castro.
Palabra del Dia
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