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Al alba, luego que la campana hace señal, corresponden los tambores, y se reparten por las calles algunos indios, que a voz alta les dicen se levanten a alabar a Dios, a disponerse para ir a la iglesia a oír misa, después al trabajo, y que así harán la voluntad de Dios, se proporcionarán el sustento y agradarán a sus superiores.

Acaso llegue un día en que las creencias sean menos firmes, y entonces movidos los miserables por la sed de nombradía, volverán a intentar o a perpetrar crímenes que los levanten sobre los demás hombres, aunque sea en el patíbulo. Tiene de bueno la humildad cristiana, que es de todo punto contraria a la vanidad aviniéndose con el orgullo recto y sano.

Porque ya se sabe que la hermosura de algunas mujeres tiene días y sazones, y requiere accidentes para diminuirse o acrecentarse; y es natural cosa que las pasiones del ánimo la levanten o abajen, puesto que las más veces la destruyen.

Pues bien dijo después de algunos segundos , voy á hacer más que aconsejaros: voy á vengaros. ¿A vengarme, señora? Voy á hacer que por lo menos destierren de la corte á don Rodrigo Calderón, y que levanten su destierro al conde de Lemos. Procurad lo primero y aun más si podéis dijo con vivacidad la condesa ; pero en cuanto al conde de Lemos, dejadle por allá: me encuentro muy bien sin él.

Pero mujer... Déjame, voy a tirar de la campanilla. Tonto... loco... estate quieto o te pego. Que se levanten todos en la casa para que sepan... Pero, ¿es farsa tuya? , te lo conozco en los ojos. Si no te estás quieto, no te digo más... Bueno, pues me estaré quieto... Pero responde, ¿es presunción tuya o...? Es certeza. ¿Estás segura?

Sólo hay un inconveniente no corto: que las tales predicaciones regeneradoras levanten de cascos a la gente levantisca y aficionada a vivir a salto de mata, y produzcan alborotos, motines y hasta guerras civiles.

Si el remedio debe estar cerca del mal, justificado está, se levanten astilleros en las playas del Estrecho de San Bernardino en donde poder refugiarse, y componerse las cientos de averías más ó menos gruesas que suman todos los años aquel peligroso paso.

«¿Ves aquellas dos centellitas que brillan junto a la rueda?... Son los ojos de Pecado...». Isidora vio, en efecto, dos pequeñas ascuas. Su hermano la miraba. «Pronto serán las doce indicó la anciana . Esperemos a que levanten el trabajo, y nos iremos los tres a comer». La hora del descanso no se hizo esperar.

Guardiana no se mostró muy comedora: los mejores bocados los reservó para sus hermanos, y ella manifestó poco apetito. ¿Qué tienes, Guardia? le preguntó la radiante Ana. Mujer, algunos días parece que estoy así... cansada. He de ir a que me levanten la paletilla, porque imposible que no se me cayese. Aprensiones, aprensiones. Canta el Joven Telémaco, Amparo.

Verdaderos cortinajes de piedra con innumerables y elegantes pliegues, coloreados á trozos por el ocre de rojo y amarillo, se extienden como escaparates de tejidos en las entradas de las salas; en el interior se suceden hasta perderse de vista las columnas con basamentos y capiteles adornados con relieves caprichosos; monstruos, quimeras y grifos, se retuercen en grupos fantásticos en las naves laterales; altas estatuas de dioses se levanten aisladas, y á veces, á la luz de las antorchas, parece que su mirada se anima y que, con enérgico ademán, alargan sus brazos hacia nosotros.