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Verdad es que yo he escrito algunas veces Siguiendo el arte que conocen pocos; Mas luego que salir por otra parte Veo los monstruos de apariencias llenos, A donde acude el vulgo y las mujeres, Que este triste ejercicio canonizan, A aquel hábito bárbaro me vuelvo; Y cuando he de escribir una comedia, Encierro los preceptos con seis llaves; Saco á Terencio y Plauto de mi estudio Para que no me den voces; que suele Dar gritos la verdad en libros mudos, Y escribo por el arte que inventaron Los que el vulgar aplauso pretendieron; Porque, como las paga el vulgo, es justo Hablarle en necio para darle gusto.

A veces figurábame distinguir ciertas reproducciones de las catedrales de Florencia ó de Pisa; otras, creía ver silenciosas esfinges ó monstruos innominados, ¿acaso ballenas? ¿elefantes? lo ignoro: quimeras de mi fantasía, , y sueños extraños. Nada de realidades.

Los tranquilos moluscos que veía ahora en el fondo de las aguas, agarrados a las peñas como botones obscuros, le parecían seres divinos guardadores en su estúpida quietud del misterio de la creación. Admirábalos augustos y grandes, como los monstruos que adoran los pueblos salvajes por su inmovilidad, y en cuyo quietismo creen adivinar la majestad de los dioses.

Mutilado, volvió á caer al mar. No faltó entre ellos quien le viera brazos de sesenta pies de largo. Otros sostenían haber divisado en los mares del Norte una isla movible de media legua de ruedo, que sería un pulpo, el espantoso kraken, el monstruo de los monstruos, capaz de envolver y tragarse una ballena de cien pies de longitud.

Había entrado allí solo, debiendo entrar con juez, escribano, abogado, peritos y una pareja de la Guardia civil». Después de dos horas de aturdimiento, de verdadera agonía, sólo tuvo valor para tomar la puerta, seguido de los dos monstruos, que continuaban explicándole por a más b la ruina de los Valcárcel en la fábrica, la ruina de Antonio Reyes, de su único hijo.

Cuando éstos hablaban se estremecía el suelo, temblaba el aire, y los pobladores de la arboleda, cuervos y liebres, mariposas y hormigas, huían despavoridos para ocultarse, como si el mundo fuese á perecer en ruidosa convulsión. Ahora, los monstruos bramadores permanecían callados. Se llegaba junto á ellos sin verlos.

De noche, las dos hileras de faroles colocadas a entrambos lados de la carretera, ofrecen una perspectiva muy bella: son dos cintas paralelas y luminosas que van a perderse en un fondo oscuro, donde una imaginación viva puede forjar, selvas dilatadas, abismos inmensurables o un desierto poblado de monstruos.

Para divertir á Ulises se evocan los monstruos de lo más profundo del mar, y se les obliga á mostrarse en la superficie: ballenas y delfines discurren por el estanque, y arrojan al aire columnas de agua perfumada, que salpican á los espectadores, y sirenas y tritones celebran un baile alrededor de la barca que lleva á los amantes.

¡No las harás tal, malvada! profirió Luis levantándose y abalanzándose a ella. Antes te ahogaré con mis manos. La valenciana se escapó hacia la puerta. ¡Si das un paso más, grito! ¡Oh, infame, infame! volvió a exclamar con voz profunda el conde. ¡Y Dios consiente sobre la tierra estos monstruos! Dio unos pasos atrás y se dejó caer nuevamente sobre el sofá.

Era de esos monstruos á quienes gusta oir los gritos de su víctima y que se deleitan viendo lágrimas. El amor en él tenía un fondo de crueldad. Deseaba á Lea, pero la execraba y sujetándola á sus caprichos, se daba el placer de degradarla.