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Mutilado, volvió á caer al mar. No faltó entre ellos quien le viera brazos de sesenta pies de largo. Otros sostenían haber divisado en los mares del Norte una isla movible de media legua de ruedo, que sería un pulpo, el espantoso kraken, el monstruo de los monstruos, capaz de envolver y tragarse una ballena de cien pies de longitud.

En carro de cristal venia sentado, La barba luenga y llena de marisco, Con dos gruesas lampreas coronado. Hacian de sus barbas firme aprisco La Almeja, el Morsillon, Pulpo y Cangrejo, Qual le suelen hacer en peña ó risco. Era de aspecto venerable y viejo, De verde, azul y plata era el vestido, Robusto al parecer y de buen rejo.

Alguna vez logramos ver ese molusco, que nosotros llamábamos en vascuence deituba y que no por qué decíamos que solía estrangularse. Para hacerle salir de su escondrijo había que echarle un poco de sal. El que tenía más suerte para los descubrimientos era Zelayeta; él encontraba la estrella de mar o la concha rara; él veía el pulpo entre las peñas o el delfín nadando entre las olas.

Los tentáculos pegaron sus irresistibles ventosas al cuerpo de la víctima y al bramante, tirando de este último con tal fuerza, que se rompió, cayendo en el fondo el pulpo con su presa. Freya hizo un movimiento como si fuese á aplaudir. «¡Bravo!...» Estaba intensamente pálida. Un calor de fiebre pasó á través de las ropas desde un costado de su cuerpo al costado de Farragut que le servía de apoyo.

Durante largos años la ciencia había reído del pulpo gigantesco y de la serpiente de mar, otra bestia prehistórica entrevista muchas veces. Eran invenciones de los navegantes de imaginación: cuentos de proa para pasar las guardias nocturnas. Los sabios sólo pueden creer en lo que estudian directamente y catalogan á continuación en sus museos...

Veíamos salir y entrar las barcas; veíamos a los chicos que se chapuzaban, desnudos, en la punta de Cay luce, y a los pescadores de caña haciendo ejercicio de paciencia. Los pescadores nos conocían. ¡Qué sorpresa cuando aparecía, al final de un aparejo, un pulpo con sus ojos miopes, redondos y estúpidos, su pico de lechuza y sus horribles brazos llenos de ventosas!

Los navíos se lanzaron en su persecución, y al ver que el gigante se ocultaba bajo el agua en una de sus cabriolas de nadador, como todos ellos eran sumergibles, le imitaron, sumiéndose igualmente en las profundidades submarinas. Antes de que Gillespie volviese á la superficie se sintió aprisionado por las patas de un pulpo, que le inmovilizaban, acabando por tirar de él.

Esta mirada del pulpo traía á su memoria la de Ojo de la mañana.

El pulpo gigantesco que ahoga al más pequeño crustáceo, peligra dejar sus tentáculos entre las garras del cangrejo, y el pez más glotón titubea antes de engullirse un ser tan espinoso. Desde que crece el crustáceo es el tirano, la pesadilla de los dos elementos. Su inabordable armadura encuéntrase dispuesta para todo ataque.

Evitaban el tocarle, como si fuese algo gelatinoso y repelente: un pulpo con las extremidades rotas; una mucosidad informe de la guerra.