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En otros momentos gemía y se mordía las uñas, conteniendo su furor... Catalina, como se diese cuenta, con su instinto de mujer, que el mono nunca se atrevía a atacarla, continuaba el amaestramiento impávida y decidida... En un momento en que, después de varias equivocaciones del discípulo y de los consiguientes golpes de la maestra, Cónsul se clavaba las garras en los muslos para desahogar su furia, entró el sirviente con un plato en las manos... No bien lo vio, abalanzose el enfurecido animal sobre él como dispuesto a matarlo... Un grito a tiempo de Catalina lo contuvo, y el criado pudo retirarse bien librado, a costa de unos pocos rasguños.

dijo la condesa , es un calavera, no hay duda, pero como todos estos perdidos, tiene un corazón de oro, y a más de todo esto, es encantador... ¡Ah! que obra de caridad sería la vuestra, hija mía, si me ayudaseis a librarlo de las garras de esa Lucy Marry... porque es Lucy Marry ahora, ¿sabíais? ¡Ah! , de la Opera... la que hace de paje... ¡Esto es horrible, horrible!

El Consejo Ejecutivo le regaló una máquina rodante que tiene la forma de un águila con una lira en las garras, pero ella ha guardado este tributo de la gratitud nacional, y prefiere seguir yendo á todas partes, como otras señoras viejas de su época, en un carrito ligero tirado por tres hombres que están á su servicio, y á los que acaricia frecuentemente con el látigo.... ¿Qué piensa usted, gentleman?

La tristeza, como si fuera un ser viviente, se posó en su pecho y le clavó las garras en el corazón. Así permanecieron ambos, estrechamente unidos, mientras fuera, en el jardín, caían gruesas gotas de nieve derretida, y todo era claridad, luz radiante. Se oía, hacia el estanque, una risa jovial; era Pomerantzev, que echaba al agua barquitas de papel y se reía, lleno de júbilo.

No por eso perdieron nuestros Misioneros las esperanzas de reducirlos; antes mientras más oposición hacía el demonio, se azoraban más á quitar de sus garras infernales estas almas. Procuraron luego de dar forma, cómo volver á reducirlos.

Las dos señoras aquellas salieron a la escalera pidiendo socorro. Gracias que las oficialas sujetaron a la fiera en el momento en que clavaba sus garras en el pelo de la víctima, que si no, allí da cuenta de ella. Sujetada por tantas manos, Fortunata hizo esfuerzos por desasirse y seguir la gresca; pero al fin el número, que no el valor, venció su increíble pujanza.

Ya todos se aprestaban A comenzar la pugna, Asiendo de las garras Con fuerza de titan: Los piés en los estribos Apoyan con pujanza, Y esperan afanosos Del gefe la señal. Las madres, las esposas Contemplan aquel grupo Pendientes del latido Del brazo muscular; Mas derrepente vése Que las manijas sueltan, Y se oye entre el corrillo Sordo rumor vagar.

A juicio de esta gente, el encargarse don Tadeo de la educación y porvenir de Tirso fue un acto meritorio: pensaron que pagaba su deuda de gratitud del mejor modo que jamás lo hiciera nadie y, sobre todo, aquello de arrancar un hijo a las garras de un padre progresistón y acaso hereje, les pareció cosa admirable.

¿Cómo...? ¿Qué es eso...? ¿Qué hace usted aquí? El secuestrador trató de acercarse sonriendo de un modo horrible. ¡No se acerque usted o le tiro una piedra a la cabeza! dijo la heroica joven haciendo ademán de bajarse a cogerla. Elena viéndose libre se dio a correr hacia casa, dejando a su infeliz cuñada en las garras del monstruo. ¡Germán! ¡Germán! iba gritando . ¡Germán, un secuestrador!

El águila, devorada por los insectos, graznaba a orillas del Guadalquivir con hambre y calentura, afilando sus garras en el tronco de los olivos, con el ansia de que llegara pronto la ocasión de destrozar alguna cosa.