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Actualizado: 15 de junio de 2025


Semejantes a los legionarios romanos, que lo mismo peleaban en tierra que en el mar, los aventureros de la conquista fueron a la vez navegantes, jinetes incansables en las pampas inmensas y duros andarines de las selvas vírgenes, sufriendo los rasguños de la espinosa vegetación, el acecho de los indios, la acometida de las fieras los tormentos del hambre y de la sed.

Sin acuerdo previo, como si los odios de sus familias, las frases y maldiciones oídas en sus barracas surgiesen en ellas de golpe, todas cayeron á un tiempo sobre la hija de Batiste. ¡Lladrona! ¡lladrona!... Desapareció Roseta bajo los amenazantes brazos. Su cara cubrióse de rasguños. Agobiada por tantos golpes, ni caer pudo, pues las mismas apreturas de sus enemigas la mantenían derecha.

Tipos y paisajes; un tomo, 3 pesetas. Tipos trashumantes; 2 pesetas. Esbozos y rasguños; 4 y 4,50 pesetas. El sabor de la tierruca; tela, 3 y 4 pesetas. Pedro Sánchez, segunda edición, 4,50 y 5 pesetas. En publicación: Obras completas, esmeradamente corregidas, a 4 y 4,50 pesetas tomo. Encuadernadas bonitamente, en tela, una peseta más. Se hallan de venta las siguientes: Los hombres de pro.

Andaba á caza por un bosque cierto cristiano llamado Diego, digno de ser nombrado por la santa vida que observaba, cuando de improviso vió venir hacia una tigre que andaba también por allí á caza, y no se podía escapar el indio sin que ella le despedazase; antes le acometió con tan gran furia para despedazarlo, que no le dió lugar más que á invocar los poderosos nombres de Jesús y de María, á cuya invocación la fiera, que ya le tenía entre sus garras, le soltó y se volvió hacia atrás sin hacerle otro daño que unos rasguños bien ligeros en la cara y en los brazos para memoria del milagro y del beneficio de haber recibido segunda vez la vida de mano de la Santísima Virgen; porque habiendo enfermado poco antes y no podido sanar por más medicinas que, según la posibilidad, se le habían aplicado, sólo se afligía por no poder ayudar á la fábrica de la Iglesia; volvióse, por tanto, á la Madre de misericordia, pidiéndola con instancia la salud, y al día siguiente, libre de toda enfermedad, se fué á trabajar á la obra, predicando con las palabras y mucho más con el ejemplo, la devoción con la reina del cielo.

Si quiero sujetarlos, palos, rasguños, arañazos, tijeretazos y otros mil martirios espantosos... Pues , señor D. Dieguito: se lo diré a la señora, yo no puedo aguantar más... ¡Pues no digo nada de lo de las saliditas por las noches!

Su lengua estaba hinchada, con grandes rasguños, por habérsela mordido durante la crisis. Isidro se explicó tímidamente, mientras ella lo contemplaba silenciosa, con sus ojos que parecían agrandados por los recientes espasmos.

Las viviendas, en aquella segunda capa, eran más estrechas y miserables que en la primera; el revoco se caía a pedazos, y los rasguños trazados con un clavo en las paredes parecían hechos con más saña, los versos escritos con lápiz en algunas puertas más necios y groseros, las maderas más despintadas y roñosas, el aire más viciado, el vaho que salía por puertas y ventanas más espeso y repugnante.

Una ternura conmovedora se apoderó de la asistencia. Cada uno se rascaba los chichones o se arreglaba los rasguños del traje, mirando amorosamente al vecino. Argentinos y chilenos cruzaban as copas con ruidosa fraternidad. ¡No más Andes! ¡Ellos solos se bastaban para comerse el mundo! Y súbitamente coligados, miraban a los demás fieramente. ¿Y qué decían los demás? preguntó Ojeda.

Pero a las vacas falta evidentemente la decisión masculina de permitir en la piel sangrientos rasguños, y apenas introducían el cuello, lo retiraban presto con mareante cabeceo. Los caballos miraban siempre. No pasan, observó el malacara. El toro pasó, repuso el alazán. Come mucho.

Había caído durante la noche una suave lluvia de verano, refrescando los campos y limpiando de polvo los caminos. Las altas montañas estaban encaperuzadas de niebla, dejando ver en sus pendientes, por entre los rasguños del vapor, la nota blanca de los caseríos y las manchas cobrizas de los robledales.

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