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A pesar de esta conducta circunspecta y humana del general Martínez Campos, en nada desmentida hasta el día por su sucesor el general Weyler, y á pesar de que los insurrectos no tienen residencia fija ni guarida permanente, sino que andan á salto de mata, más que como soldados como ladrones, ha ocurrido lo que á nadie sorprende, porque se preveía; pero lo que á toda persona honrada y juiciosa escandaliza y aturde.

Le horrorizaba el momento de una explicación, como él se complacía en llamar a la escena que preveía; pero la prefería, o tal se le figuraba, al estado de susto perpetuo, de excitación leporina en que vivía de día y de noche. En cuanto Emma le hablaba, o le miraba, o le mandaba a llamar, creía llegado el momento.

El joven no dudaba que iban á hablar de lo acontecido en la noche anterior, y como estaba decidido á pedirla esplicaciones y sabía lo orgullosa y altiva que era, preveía un rompimiento.

Mientras ella le hablaba de su amor, él aducía argumentos escépticos, cínicos y casi preveía que iba a ser traicionado; esto era suficiente para que la desgraciada se escarneciera a misma; pero ¿qué pensaba de la posibilidad de la traición? ¿Reconocía que, por una lógica fatal, a su primer error debía seguir un segundo y un tercero, o por el contrario, se rebelaba contra esta lógica?

La conducta de Emilio aquella noche la había trastornado, la había puesto excesivamente nerviosa. Y para fin de fiesta, la escena violenta que preveía entre su madre y su marido, de la cual tal vez saldría su ruptura definitiva con éste, la llenaba de espanto.

Ya nos has dejado a mamá y a ir solas a Jersey... Y te lo has perdido... ¿Por qué? Porque hubieras encontrado a una antigua amiga, que tenía el privilegio de excitar tu elocuencia a falta de tu admiración... miss Dodson, y miss Dodson sin anteojos. Aunque preveía la alusión, la frente del joven se obscureció con una sombra.

Al levantarse, por la mañana temprano, preveía todos los sucesos y acciones del día que empezaba, y se preparaba para ellos con una evocación mental de su energía, y con la distribución metódica de las horas para todo lo previsto y probable. Era esto como si se diera cuerda, acumulando en la fuerza inteligente que necesitaba.

Se aventuró a salir de día, huyendo, no obstante, de aquellos sitios en que pudiese tropezar con su cruel enemigo, informándose de todos si le habían visto pasar y hacia qué paraje se había dirigido. Con esto, la villa estaba anhelante, y preveía que la hora menos pensada iba a suceder una catástrofe.

Arrellanose cómodamente en el sillón, tomó con una mano la tabaquera y con la otra su pañuelo, y mirándome de soslayo, preparose a sostener la discusión que preveía. Yo me lancé de golpe a mi asunto; me agité, me animé, me entusiasmé e hice incapié sobre las cualidades elogiadas en mi historia, tras de lo cual pasé a mis conocimientos particulares.

Preveía su sufrimiento si descubría, demasiado tarde, que no se entenderían nunca sobre ciertas cuestiones, y que las cosas que ella consideraba más importantes, que tocaban a su corazón, lo dejaban indiferente, si no hostil.