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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Mientras ella le hablaba de su amor, él aducía argumentos escépticos, cínicos y casi preveía que iba a ser traicionado; esto era suficiente para que la desgraciada se escarneciera a sí misma; pero ¿qué pensaba de la posibilidad de la traición? ¿Reconocía que, por una lógica fatal, a su primer error debía seguir un segundo y un tercero, o por el contrario, se rebelaba contra esta lógica?
Había hecho su carrera en las oficinas de Hacienda, y toda la vida había profesado ideas contrarias al predominio de la milicia. Sostuvo siempre que las sanguijuelas del Estado no eran ellos, los empleados, sino el ejército y la marina. Para demostrarlo aducía datos, exhibía notas sacadas del presupuesto, se perdía en divagaciones burocráticas.
Aducía repetidos hechos reales, por los que todo hombre de buen criterio debía sentirse herido; censuraba la ligereza de los preceptos sociales y más todavía la de las pasiones; condenaba la facilidad de las conciencias cualesquiera que fueran las causas, ambición, gloria o vanidad.
No, no repuso Capistun . La guerra es la barbarie nada más. Discutieron el asunto; el gascón, como más ilustrado, aducía mejores argumentos, pero Bautista y Martín replicaban: Sí, todo eso es verdad, pero también es hermosa la guerra. Y los dos vascos especificaron lo que ellos consideraban como hermosura. Ambos guardaban en el fondo de su alma un sueño cándido y heroico, infantil y brutal.
Este los tenía por auténticos, por coetáneos del hijo del rey caballero; ¡los había comprado él mismo en París!... Pues Bedoya, al que le aducía este argumento en casa de Vegallana, le llamaba aparte, y sin que nadie los viera, subía con él al segundo piso; se encerraba en el salón de antigüedades, y con el mismo sigilo de ladrón con que sacaba libros del Casino, se dirigía a una silla Enrique II, le daba media vuelta, buscaba cierta parte escondida de un pie del mueble; allí había hecho él varios agujeros con un cortaplumas y los había tapado con cera del color de la silla; quitaba la cera con el cortaplumas, raspaba la madera y... ¡oh triunfo! esta no se deshacía en polvo; saltaba en astillas muy pequeñas, pero no en polvo.
Palabra del Dia
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