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Entonces Azorín, que sabe que los músculos son los primeros en morir y que cuando ha muerto el corazón y han muerto los pulmones todavía los sentidos perciben en aterradora inmovilidad; entonces Azorín se ha inclinado sobre Verdú y ha pronunciado con voz lenta y sonora: ¡Maestro, maestro; si me oyes aún, yo te deseo la paz!

Diciendo y haciendo, había cogido María las orejas a Momo, ya se las tiraba de manera de arrancárselas. Fue la suerte de María, que al primer berrido que dio Momo, con toda la fuerza de sus anchos pulmones, se le atravesó un bocado de pan y sardina, lo que le ocasionó tal golpe de tos, que ella, ligera como buena gaviota, pudo escaparse del buitre.

Nadie puede representarse lo que entonces pasó: un delirio, un inmenso ataque de nervios; diez o doce mil energúmenos gritando con toda la fuerza de sus pulmones; una nube de cigarros, petacas y sombreros volando por el aire y tapizando al instante de negro la blanca arena. Veinte años hacía que no se había visto en la plaza de Madrid la suerte de recibir, de este modo consumada.

Y luchaba con aquel organismo quebrantado, con el estómago descompuesto por la miseria, con los pulmones heridos y el corazón sujeto a desarreglos en el funcionamiento, con la máquina humana desvencijada por una vida de sufrimientos y emociones. El constante velar sobre el enfermo había trastornado la vida económica de Esteban.

En su pánico constató sin embargo que no tenía fiebre ni ardor de garganta, y el corazón y pulmones conservaban su ritmo normal. Su angustia cambió de forma. ¡Estoy paralítico, es la parálisis! ¡Y no me van a encontrar!... Pero una invencible somnolencia comenzaba a apoderarse de él, dejándole íntegras sus facultades, a la par que el mareo se aceleraba.

Encontró medio de interrogarle delante de siete u ocho personas sobre el punto que la preocupaba. Doctor le dijo , usted que todo lo sabe, ¿quiere decirme si los tísicos pueden curar? El homeópata le respondió galantemente que ella no tendría nunca nada que temer de tal enfermedad. No se trata de repuso . Es que me intereso vivamente por una pobre niña que tiene los pulmones destrozados.

El tártaro estibiado, por sus síntomas diatésicos, produce una alteracion profunda de la vida, y espresa su modo de accion sobre el sistema nervioso ganglionar, accion debilitante que tiende al aniquilamiento del influjo nervioso en los tejidos y órganos de la vida vegetativa del organismo en general, y de los pulmones y vísceras abdominales en particular; su accion se estiende hasta el reblandecimiento y ulceracion de las mucosas.

Era un cariño ciego el que le tenía: lo mismo era verle, que sus bracitos se agitaban de alegría, lanzaban chispas de gozo los ojos, y pedía con toda la fuerza de sus pulmones que trajesen a Michel, o le diesen a ella la muerte. Así que le tenía cerca, le tiraba por los cabellos hasta hacerle llorar, en señal de admiración, o bien llenaba su rostro de baba.

Me pareció leer, en el fondo de mis ojos, mi destino. Les pedí una expresión de esperanza, y sólo vi negrura. Ahora he perdido hasta la dulzura de la resignación". "19 de julio. "Me ha visto otro médico. Estuvo examinándome durante una hora. Creo que se sorprendió, como el doctor Castro Fernández, de no encontrar vestigios de tuberculosis. Dice que tengo pulmones de roble. ¡Qué exageración!

Allí fuimos felices muchas horas, y ellos, lo mismo que yo, es imposible olviden aquellas tibias tardes, entre aquella naturaleza, que tiene en su cielo toda clase de colores, en su suelo toda la variedad de plantas, y en su ambiente toda la diversidad de aromas que Dios alienta en los pulmones de las flores.