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Después de cada parada volvía, como si hubiese descansado, y con mayores bríos, a manera de corcel que siente el acicate, a devorar el camino.

El barón en tanto había hallado un competidor digno de su esfuerzo y bríos en guerrero tan famoso como Don Sebastián de Gomera, lanza escogida de los caballeros de la Orden de Santiago. Acometiéronse con tal furia que al primer encuentro quedaron rotas ambas lanzas, y empuñando los aceros se atacaron con denuedo sin igual.

Los hombres las acompañaban a pie, entre tanto que Ramón, en un arrebato de celos y despecho, al ver partir a los novios, rasgueando la guitarra con unos bríos insólitos, berreaba más bien que cantaba la siguiente copla: me diste calabazas, me las comí con tomates; mas bien quiero calabazas que no entrar en tu linaje.

Lo que hoy triunfa es la cerveza de Bass, marca T y el bitter de los hermanos Broggi. ¡Viva mi Pepa! Impulso de blandir cachiporra nunca a nadie inspiró la mazamorra, que ella no daba bríos para andarse buscando desafíos, ni faltar al respeto cortesano a la mujer, al monje o al anciano.

Su constitución física distaba mucho de corresponder a sus bríos espirituales, y, aunque no tenía aún cuarenta años, ya en sus últimas cartas se quejaba dulcemente de lo quebrantado de su salud, que le impedía trabajar en empresas activas, y le estorbaba algo en sus estudios. La carta recién llegada era muy corta y traía fecha de Cádiz.

Por toda respuesta, el Tuerto de Castrodorna hizo asomar al borde de su faja el extremo de una navaja de cachas amarillas, que volvió a ocultar al punto. El arcipreste, que había perdido los bríos con la obesidad y los años, sobresaltóse mucho. Déjese de calaveradas, mi amigo. Por si acaso, me parece oportuno salir por la puerta de atrás. ¿Eh?

Primero el genio del Occidente estuvo como adormecido desde que se eclipsó la estrella de Carlomagno: la Europa se creyó condenada á perpétua barbarie, á pesar de las escitativas promesas de la Iglesia; los encargados del regimiento de las naciones católicas perdieron de vista su divino norte, y en momentánea y triste oscuridad unos contra otros blandieron truculentos las fratricidas lanzas: período funesto de desórden y confusion que estimuló los brios y alentó las esperanzas de los sectarios del falso profeta.

El drama ya ha empezado y sin sentirlo un acto ha terminado. Y suben el telón del segundo acto. La adolescencia loca, con sus brios de férvida osadía, se levanta gigante en medio de la lucha desafiando al mundo con los años que tiene por delante. Se propone vencer, porque confía en ese amor sin fin que engendra un ideal, y en el firme y seguro pedestal de una amistad sin cerco ni confín.

Realzóse lo aislado por la influencia y el concurso poético de todos; los talentos medianos cobraron mayores bríos con el ejemplo de los grandes maestros, y si no pudieron brillar con luz propia, reflejaron, no obstante, algunos rayos de belleza sin tacha.

Todos llevamos nuestro plan gigantesco para asombrar al Nuevo Mundo y encadenar a la fortuna. Hasta los que se volvieron de América desesperados retornan con nuevos bríos. ¿Por qué no ha de tener Maltrana su negocio?... Crea usted que los que han fundado Bancos allá no valían más que yo ni tenían el talento de Martorell, que es un águila para estas cosas.