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Algo le estorbaba su cargo de alcalde para este traslado; pero convino con sus compañeros de municipio en venir todos los días, o por lo menos con mucha frecuencia. El trayecto se recorría en carruaje en menos de media hora. No obstante, don Rosendo dejó abierta la casa de Sarrió para que Gonzalo y él pudiesen comer y dormir allí siempre que quisieran.

El niño fue a levantarse, pero no pudo; su hermanito se lo estorbaba. Levanta, Rafaelito. El chiquitín no se movía. ¡Levanta, Rafaelito! Miguel lo cogió entre los brazos y lo puso en pie; pero al ver que no se tenía, exclamó en alta voz: ¡Este niño está yerto! ¡Qué atrocidad! Y comenzó a sacudirlo y a frotarlo.

Fortunata atravesó con paso ligero la calle de Hortaleza, la Red de San Luis. No debía de estar muy trastornada cuando en vez de tomar por la calle de la Montera, en la cual el gentío estorbaba el tránsito, fue a buscar la de la Salud y bajó por ella, considerando que por tal camino ganaba diez minutos.

Felisa tenía veintitrés años; era hermosa, rica, estaba enamorada, podía casarse, porque su tutor no lo estorbaba, y sin embargo, iba dilatando voluntariamente la realización de su ventura: encantos de la juventud, bienes de fortuna, pasión correspondida, todas las circunstancias que justificaban y debieran de contribuir a que la boda se celebrase pronto, quedaban en ella esterilizadas por una resistencia incomprensible.

Esta antipatía de Fortunata no estorbaba en ella la estimación, y con la estimación mezclábase una lástima profunda de aquel desgraciado, caballero del honor y de la virtud, tan superior moralmente a ella. El aprecio que le tenía, la gratitud, y aquella conmiseración inexplicable, porque no se compadece a los superiores, eran causa de que refrenase su repugnancia.

Evitaba ostensiblemente el invitarlo á sus fiestas; fingía no conocerle; estorbaba con frecuentes astucias que su hija pudiera encontrarse con él. Miss Margaret se mostraba triste cuando de tarde en tarde conseguía hablar con Edwin, lejos de la agresividad de su madre y de la animadversión de todas las familias amigas, igualmente hostiles á él.

La de Bayona le pareció linda como un dije de filigrana; pero no pudo oír en ella tan devotamente la misa: se lo estorbaba la pulcritud esmerada del templo, semejante a caja primorosa; los colores vivos de las figuras neobizantinas pintadas sobre oro en el crucero, o la novedad de aquel coro descubierto, de aquel tabernáculo aislado y sin retablo, el moverse de los reclinatorios, el circular de las alquiladoras de sillas.

Si sólo el ser posible ser su esposo Estorbaba del todo el ser su hermano, Jardines, yedras, flores, plantas, árboles, Aquí, donde lloraba Abindarráez Hechos sus ojos caudalosas fuentes, Aquí se llama esposo de Jarifa. ¡Cielos! ¿Que gozar puedo de Jarifa? ¿Que ya es posible que yo sea su esposo? Riendo lo murmuran estas fuentes, Que me llamaron tristemente hermano.

Yo... balbuceó Bermúdez usted dispense... como nadie me decía nada... creí que no estorbaba... y además... creía que al bajarme... pudiese empeorar la situación de esa señora... alguna sacudida. ¡Ay, no, no! no se baje usted gritó la viuda con espanto. ¿Cómo que no? rugió furioso don Álvaro . ¿Quiere usted que yo levante este armatoste con los dos encima y a pulso?

Este comprendió que estorbaba y se despidió, anunciando otra vez, más que con palabras por medio de signos desesperados, que si había hombre en el mundo que semejase un sepulcro ese hombre era él, el paisano Barragán. Cuando quedó solo Tristán siguió paseando absorto en profunda meditación.