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Valiéndome del recuerdo de este lance como término de comparación, pugnaba yo por achicar en mi pensamiento la mística heroicidad y el desprendimiento de Lucía; pero mi obstinado amor hacia ella y mi juicio favorable a sus nobles prendas la amparaban contra la ridiculez que mi despecho quería lanzar sobre ella. Sólo conseguía yo mortificarme más y desesperarme.

Algunas veces el joven conseguía calmar sus inquietudes, pero otras le daba trabajo, sobre todo cuando se imponía la necesidad de obtener una firma. Entonces el señor Aubry salía de su sombrío abatimiento para caer en una especie de fiebre exasperada.

La escandalosa de mesana, como si obedeciese a su voz, cayó. La barca siguió acercándose cada vez con más pausa. El viento no conseguía henchir las velas bajas: la cangreja pendía del palo lacia y desmayada como un vestido de baile usado. Pronto quedaron aferradas aquéllas y arriada ésta, y el barco comenzó a caminar con sosiego desesperante remolcado por los dos botes.

Por primera vez conseguía llorar, y esto pareció darle cierto alivio. La presencia del piloto le devolvía á la vida; se aglomeraron en su memoria los olvidados recuerdos de negocios y viajes. Tòni resucitaba todas las energías del pasado; era como si el Mare nostrum viniese en busca de él. Sintió vergüenza y remordimiento.

Otro se consideraría perdido; pero yo me quedo tan fresco. ¿Que sigue sosteniéndose el alza? Pues yo a la baja, como antes. A la baja está don Ramón, y sigo a su lado. No hay cosa que disguste tanto a la suerte como la inconsecuencia. Y con estas seguridades, dadas enérgicamente, aunque sin saber con qué fundamento, el señor Cuadros conseguía serenar a Juanito.

El otro se abrasaba en impaciencia; mas no conseguía obtener de Nicolás sino medias palabras. «Allá veremos... estas no son cosas de juego... Ya tengo las manos en la masa... no es mala masa; pero hay que trabajarla a pulso... esta es la cosa.

No podía mirarlos sin sentir el mismo doloroso pinchazo en el corazón, la misma gota amarga de hiel en los labios. Su espíritu, sereno siempre, turbábase por un instante, y aparecía fría unas veces, otras irritable y enigmática, con gran sorpresa y dolor de Gonzalo que se esforzaba en alegrarla. Pronto lo conseguía.

Era la pomarada un campo vasto, donde los árboles estaban tan espesos y habían adquirido tal desarrollo, que el sol no conseguía, sino después de mucho trabajo, introducir en él algunos delgados rayos. Los manzanos son árboles de poca imaginación.

El único que protestaba en la casa, revolviéndose furioso contra las desatinadas innovaciones, era don Eugenio. El veterano del comercio escandalizábase, y había que oírle las pocas veces que conseguía entablar conversación con el dueño de la tienda, siempre atareado, viviendo en su casa como en una fonda.

Los que habían de acabar con esta situación eran la cultura de la gente, las costumbres nuevas, y esto resultaba obra de años y no se conseguía con un matrimonio. Además, los ensayos eran peligrosos y causaban víctimas. Si él tenía empeño en hacer la experiencia, podía escoger a otra que no fuese su sobrina. Y Valls sonrió irónicamente al ver los gestos negativos de Febrer.