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En mala hora para los gentiles llega la noticia de la retirada desastrosa del ejército romano y de la muerte del heróico emperador. Los cristianos cobran entonces mayores bríos. En las calles y plazas de Palmira se traba sangrienta y reñida batalla. Quedan en ella vencidos los gentiles y muere el nieto de Apeles.

El callejón de la Cara de Dios contenía más de trescientas personas; y la algarabía era tan grande, que no se podían distinguir claramente las voces pronunciadas por los más exaltados, los mueras, los vivas con que la multitud trataba de infundirse á misma animación y bríos.

Y, finalmente, ¿qué caballero andante ha habido, hay ni habrá en el mundo, que no tenga bríos para dar él solo cuatrocientos palos a cuatrocientos cuadrilleros que se le pongan delante? Capítulo XLVI. De la notable aventura de los cuadrilleros, y la gran ferocidad de nuestro buen caballero don Quijote

Por otra parte, el galán contaba con el refuerzo del moscatelillo, y como reza el refrán, de menos hizo Dios a Cañete y lo deshizo de un puñete. Apuraba ya la segunda copa, buscando en ella bríos para emprender un ataque decisivo, cuando en el reloj del Puente empezaron a sonar las campanas de las diez, y Benedicta con gran agitación y congoja exclamó: ¡Dios mío! ¡Estamos perdidos!

No seré yo quien defienda á todos los aventureros españoles de entonces, admirables y gloriosos por su inteligencia y por sus bríos, pero que distan mucho de valer para modelos de santidad, y que tal vez, como vulgarmente se dice, eran lo peor de cada casa.

Me niego a responder a su pregunta manifesté con vehemencia. Yo también podría preguntarle por qué razón ha estado usted todos estos años pasados viviendo ocultamente en Italia o por qué recibía su correspondencia dirigida a una casa de una calle secundaria de Florencia. Su rostro perdió sus bríos, sus cejas se contrajeron ligeramente, y noté que mi observación le había causado cierto recelo.

Dicen algunos maliciosos que el secreto del triunfo del cacique liberal está en que su adversario, hoy canovista, se encuentra ya extremadamente viejo y achacoso, habiendo perdido mucha parte de sus bríos e indómito al par que traicionero carácter. Sea como quiera, el caso es que la influencia barbacanesca anda maltrecha y mermada.

Ya nos habíamos permitido nosotros contar con ese factor en los cálculos que hemos venido haciendo por el camino; pero, inocente de Dios, ¿sabe usted con quién trata? ¿conoce usted los ánimos, los bríos y los propósitos que hay en ese cuerpecito que se abarca por la cintura con la llave de la mano? ¡Ay, amigo don Claudio! usted y yo, para sopas y buen vino.

No nos prive usted del placer de hacer una letrilla al menos en honor de los tertulios de la Larrea dijo un perejil. No, señor perejil repuso ella reprima usted sus bríos liberales, que ya voy viendo que la dichosa libertad de la imprenta es un azote de Dios, y un castigo de nuestros pecados, como dice el Sr. D. Pedro del Congosto.

Demostraba el jinete escasa maestría hípica: inclinado sobre el arzón, con las piernas encogidas y a dos dedos de salir despedido por las orejas, leíase en su rostro tanto miedo al cuartago como si fuese algún corcel indómito rebosando fiereza y bríos.