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Actualizado: 10 de septiembre de 2024
Un viento frío recorrió la sala é hizo vacilar las azuladas llamas de las lámparas sepulcrales. Los más incrédulos se estremecieron. Yo soy Imuthis, contestó la cabeza con voz sepulcral pero estrañamente amenazadora; nací en tiempo de Amasis y fuí muerto durante la dominacion de los Persas, mientras Cambyses volvía de su desastrosa espedicion al interior de la Lybia.
Jugóse allí al presente que faltaba De carne media libra al desdichado, Y el peje palometa lo llevaba En la boca redondo aquel bocado. Mas de otro oí decir que lamentaba Su suerte desastrosa y triste hado, Que en la boca de un pez perdido habia, Lo que el pez le cortó con gran porfia.
¿Creerás que esta es la hora en que no sabemos a qué ha venido? ¿Tenía él en el pueblo relaciones con gente carlista? ¿Por qué lo preguntas? Mucho cuidado... no sea que haya venido con algún encargo. Ahora se revuelven mucho. A ver si os da un susto la policía. Para tu padre sería una impresión desastrosa.
Muchos domingos el tiempo nos fastidiaba; comenzaba a llover de una manera desastrosa, y mi madre no me dejaba salir. Le acompañaba a Aguirreche, comíamos en casa de mi abuela y pasábamos la tarde allí. ¡Qué aburrimiento! Se formaba una tertulia de señoras respetables, entre las que había dos o tres viudas de capitanes y pilotos, y al anochecer se tomaba chocolate.
Mientras no se pierden más que alfiles, peones, caballos, torres, o la dama, la partida, con todos sus accidentes, tropiezos, errores tácticos y estratégicos, no está aún perdida. Pero, cuando se pierde el rey, cuando sufre jaque-mate, todo se acabó de una manera irremediable y definitiva. Después del mate al rey, sigue en importancia desastrosa el jaque a la reina.
Consignan, es cierto, la lucha del sentimiento subjetivo contra el poder de la costumbre general; nos hacen oir lamentaciones, con las cuales los ofendidos expresan su convencimiento contra las leyes del honor, y ya Lope de Vega pone en los labios de uno de sus héroes las siguientes palabras: «¡Maldito seas, oh honor, desastrosa invención humana, y opuesta á las leyes naturales! ¡Ay de aquél que te ha inventado!» Pero éstas son sólo expansiones momentáneas de la sensibilidad, no atendidas por nadie, y sirven sólo, si nos fijamos en la intención del poeta, para hacer resaltar más la enérgica voluntad de sus héroes, que, á pesar de ese sentimiento contrario, ejecutan, no obstante, el hecho aborrecido.
Por este tiempo ocurría en San Juan la desgraciada sublevación del número 1 de los Andes, que había vuelto de Chile a rehacerse. Frustrados en los objetos del motín, Francisco Aldao y Corro emprendieron una retirada desastrosa al norte, a reunirse a Güemes, caudillo de Salta.
En uno y otro caso, el efecto moral es inspirar una desastrosa indiferencia por el aspecto general de los intereses de la humanidad. No menos que a la solidez, daña esa influencia dispersiva a la estética de la estructura social.
La conversación volvió al tema por donde había empezado: a la guerra del Rosellón; y como D. José se apresurara a referir nuevas proezas, mi amo, cansado ya de tanto mentir, quiso desviarle de aquella materia, y dijo: «Guerra desastrosa e impolítica. ¡Más nos hubiera valido no haberla emprendido!
Pues le decía que si la Junta de Sevilla me comisionara para entrar en negociaciones con los franceses, tal vez lograría poner fin a esta desastrosa guerra. ¿Qué negociaciones ni qué ocho cuartos? dijo con desprecio Malespina . ¡Oh! ¡Si la Junta de Sevilla siguiera el plan que imaginé estos días. Mientras no demos a la artillería el lugar que le corresponde no es posible alcanzar ventaja alguna.
Palabra del Dia
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