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Actualizado: 10 de junio de 2025
Y cuando se perdió al fin la esperanza de que el sur devolviera en torrentes de agua todo el viento de fuego recibido un mes entero del norte, la gente se resignó a una desastrosa sequía. El fox-terrier vivió desde entonces sentado bajo su naranjo, porque cuando el calor traspasa cierto límite razonable, los perros no respiran bien, echados.
Los caballeros de La Noche, de la Media Tostada y del Salto Mortal viven una vida desastrosa entre paradojas y algún soneto que otro, no muchos, porque la bohemia estropea el estómago y dispersa las rimas como una bandada de pájaros quiméricos.
Numerosos espectadores estan contemplando la desastrosa escena; todos ansian descubrir la causa; haced que se presente el mas leve indicio, desde luego veréis nacer en abundancia las conjeturas, y oiréis las expresiones de «es cierto; así será; no puede ser de otra manera.... como si lo estuviese mirando ... no hay testigos, no puede probarse en juicio; pero lo que es duda, no cabe.»
Pero como no hay felicidad completa en este pícaro mundo, al mes, poco más o menos, de la mudanza, señalada en las efemérides zapatescas por la desastrosa muerte de Frasquito Ponte Delgado, empezó a resentirse Juliana de alteraciones muy extrañas en su salud.
Escuchome con la grave y simpática cortesía que le caracterizaba. Decía a menudo: «Sí, sí. ¡Oh! ¡Mucho, mucho!»; pero el caballo delantero de la derecha, nombrado, si mal no recuerdo, Muslim, me hacía una competencia desastrosa. Y todo porque a menudo ponía tiesas las orejas y frotaba a su compañero con el hocico. «Quieto, Muslim, quieto. ¡Tunante!
Por libros y relaciones de la época se sabe que en aquella entrevista la Corte de España desplegó pompa y aparato impropios de ocasión tan desastrosa; pero si este error fue hijo de la vanidad real o la adulación cortesana, Velázquez cumplió su obligación adornando las estancias con magníficos tapices de palacio, algunos de los cuales se conservan y prueban el gusto con que nuestro gran pintor los escogió.
Al cabo de algún tiempo resuelve Enrico encaminarse á Nápoles para visitar á su padre. La justicia se apodera de él en esta ocasión, y lo encierran en una obscura cárcel. Los horrores de la prisión y la vida desastrosa de los presos, se describen con una verdad que infunde miedo.
En esta época desastrosa, entró a su servicio Benigna, que si desde el primer día se acreditó de cocinera excelente, a las pocas semanas hubo de revelarse como la más intrépida sisona de Madrid.
Los padres creían entonces que la verdadera y más propia morada de los angelitos es la tierra; y tampoco podían admitir la teoría de que es mucho más lamentable y desastrosa la muerte de los grandes que la de los pequeños. Sentían, mezclada á su dolor, la profundísima lástima que inspira la agonía de un niño, y no comprendían que ninguna pena superase á aquella que destrozaba sus entrañas.
Los primeros creían vulnerados sus derechos por la competencia de los señoritos; tanto más, cuanto que ésta era para ellos desastrosa, por los repetidos ejemplos de uniones desiguales que se efectuaban en la villa. Ya hemos dicho, y si no, lo decimos ahora, que los indianos se quedaban con el contingente de señoritas más o menos amojamadas, más o menos pobres que existían en la población.
Palabra del Dia
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