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Juana, que es cierta monja de exemplar vida que hubo en un Monasterio, que llaman de la cruz á cuatro leguas de aquíLa comedia mencionada sería acaso la Santa Juana, de Tirso de Molina. Journal de voyage en Espagne, por Boisel: París, 1660, pág. 298

La fiera, el rayo y la piedra se escribió y representó de 1651 á 1660, porque se habla en ella de la infanta Margarita, que casó luego con el emperador Leopoldo I: nació en 1651, y se indica además que esta comedia se escribió por orden de María Teresa y por ende en 1660, en cuyo año abandonó á España esta Princesa para casarse con Luis XIV. El golfo de las Sirenas.

En auto solemne de fe celebrado en Sevilla el dia 14 de abril del año de 1660 salieron á ser castigadas por judaizantes ochenta personas, entre hombres i mujeres. Muchas estatuas fueron reducidas á cenizas en representacion de los reos que andaban fugitivos en tierras estrañas, donde afortunadamente no alcanzaba el bárbaro azote de la Inquisicion.

V. m. me avise de su salud y de la de mi señora doña María, y me mande en que le sirva, que siempre me tendrá muy suio; a el amigo Tomás de Peña de V. m. de mi parte muchos recados, que como io andube tan ocupado y me bine tan de prisa no le pude ver. Por acá no ay cosa de que poder abisar a V. m., sino que Dios me le g.de muchos años como desseo. M.d y Jullio 3 de 1660. d.

Madrid, 1660Las fiestas aquí descritas se celebraron en el palacio Real en Valladolid, desde el 18 al 20 de junio de 1660. De la noche del 19 de junio, dice lo siguiente: «Se retiró su Magestad y fué al salón, adonde le tenian prevenida una comedia con admirables apariencias y perspectivas, de la qual fueron Autores D. Juan de Matos, D. Juan de Avellaneda y D. Sebastian de Villaviciosa

Por lo demás, no hubo alteración alguna en la distribución y conjunto de los antiguos corrales, y de aquí que, mientras se desplegaba un lujo nunca visto en el teatro del Buen Retiro, aquéllos, en punto á máquinas y decoraciones, continuaban en el mismo estado que tenían hacia fines del siglo XVI. Mientras que al teatro de la corte sólo acudía una sociedad escogida de notables personajes, ya por su ilustración, ya por su rango social, á las casas de comedias de la ciudad asistía inmensa muchedumbre, compuesta de las clases populares, llena de una curiosidad insaciable, y los mosqueteros daban sus votos de censura ó de alabanza de la misma manera estrepitosa que antes, pudiendo asegurarse que esas manifestaciones ruidosas de su aprobación ó de su vituperio llegaron á su punto culminante en la mitad del siglo XVII. De las noticias dadas por Caramuel, aparece que de 1650 á 1660 había uno de estos mosqueteros, un zapatero remendón, apellidado Sánchez, que se había erigido en Aristarco de los teatros, y cuya influencia era tan grande, que de él dependía la buena ó mala acogida que en el público encontraban las comedias, hasta el extremo de que poetas dramáticos famosos procuraban captarse su benevolencia antes de llevar sus obras á la escena.

Al contrario; la pintura de caracteres, el arte, por lo menos, de crear personajes accesorios, concretos y con vida individual y propia, aislados da los principales, y las proporciones poéticas de todos los elementos de la composición, alcanzan con los años mayor é innegable maestría. A la segunda clase pertenecen las obras de la edad adulta de Calderón, próximamente de 1635 á 1660.

El vaquero Emperador, anónima, licencia de 1672. Pachecos y Palomeques, de D. José Antonio García de Prado, licencia de 1674. El mejor maestro Amor, de D. Manuel González de Torres, licencia de 1683. Amar sin favorecer, de Román Montero, 1660. Casarse sin hablarse, anónima, licencia de 1641. Vida y muerte de San Blas, de Francisco de Soto, licencia de 1641.

1660. «Relacion verdadera de las grandiosas fiestas y regocijos, que la muy noble y muy leal Ciudad de Valladolid hizo á nuestro Rey y Señor Don Felipe Quarto el Grande, viniendo de Irun de entregar á la Christianissima Reyna de Francia Doña María Teresa de Austria, su hija; donde se declaran los grandes aparatos de fuego, luminarias, toros y cañas, y los Señores que torearon y la máscara que hicieron.

Obispo D. Diego de Chueca, que dirigió la obra con la mayor magnificencia y tuvo el grato consuelo de consumarla y establecer las fundadoras que llevó de Zaragoza en 1660.