United States or Guadeloupe ? Vote for the TOP Country of the Week !


Vivió la beata mucho tiempo de ésta tan torcida manera y sin apartarse del mal camino, siendo muy frecuente en ella las visiones y los transportes, los cuales le acometían con frecuencia, causando la mayor admiración en cuantos la rodeaban y que quedaban suspensos de verla revolverse por los suelos, dar grandes gritos, agitarse toda y sufrir las mayores crueldades.

El rasgueo lejano de la guitarra y las voces que cortaban su ritmo, jaleando el taconeo de una bailaora, parecían acompañar la caída de las lágrimas del mocetón. Pero, vamos a ver exclamó Fermín con impaciencia. ¿Qué es todo eso? Habla, y cesa de llorar, que pareces una beata en la procesión del Santo Entierro. ¿Qué te pasa con Mariquita?...

La beata, clavándole una angustiosa mirada de terror, retrocedió un paso. El sacerdote llegó a cogerla por un brazo, y suave, pero firmemente, la llevó en silencio hasta la puerta, la puso fuera del gabinete y cerró de nuevo. Obdulia tropezó con un bulto. Era Josefa, que le soltó una carcajada en la cara. ¡Parece que no la reciben a usted bajo palio, señorita! No contestó.

Celestina, la hija de Barinaga, era una beata ofidiana, confesaba con don Custodio y trataba a su padre como a un leproso que causa horror. El bando del Arcediano y del beneficiado había querido sacar gran partido de la situación del infeliz don Santos para combatir al Magistral; para ello conquistaron a Celestina; pero Celestina no pudo conquistar a su padre.

De cuando en cuando costea novenas y alguna que otra función; pero sin pasar de ahí ni abrir tu puerta a los señores de hábito negro, los cuales, si les dejaras, pronto imperarían en ti y en tu casa. Ten cuenta que si eres beata, dirá la gente que lo haces para encubrir alguna trapisonda, y considera que ya no hay santos ni cosa que lo valga.

Y describía á la esposa de su amigo hermoseada por una nueva juventud, yendo por la casa con aire altivo, como si hasta entonces no se hubiera considerado con verdadera autoridad para dirigirla; vistiendo con tanta elegancia como su hija; olvidada ya de aquellos trajes obscuros que la daban el aspecto de una beata.

Estas cosas herían e inquietaban vagamente al joven sacerdote. Las bromitas que la beata se permitía de palabra también rebasaban algunas veces los límites convenientes. Un día le dijo repentinamente: ¿Sabe usted lo que estoy pensando, padre? Que el ángel que viene muchas veces a ponerme la mano sobre la cabeza tiene los ojos muy parecidos a los de usted. Y soltó la carcajada al decirlo.

La conducta de su ama le parecía propia de una loca. «¿A qué venía aquella santidad? ¿A quién engañaba? ¡Oh! si no fuera porque ella quería tener contento al Magistral, no serviría más tiempo a la hipócrita que la utilizaba como correo secreto y no le daba una mala propina, ni le decía palabra de sus trapicheos ni le ponía una buena cara, a no ser aquella de beata bobalicona con que engañaba a todos».

Vivia junto á su casa que era hermosa, bien alhajada y con amenos jardines, una India vieja, beata, tonta, y muy pobre. Díxome un dia el brama: Quisiera no haber nacido. Preguntéle porque, y me respondió: Quarenta años ha que estoy estudiando, y todos quarenta los he perdido; enseño á los demas, y lo ignoro todo.

Habiendo perdido la fe, no sólo en su razón, sino también en sus sentidos, la vida de nuestro clérigo se arrastraba silenciosa, indiferente, en medio de un hastío infinito. Obdulia no le había visto en los quince días siguientes a su regreso. La beata salía muy poco de casa por razones fáciles de comprender, y a la iglesia procuraba ir a las horas en que no estuviese el excusador.