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Actualizado: 29 de julio de 2025


Y describía á la esposa de su amigo hermoseada por una nueva juventud, yendo por la casa con aire altivo, como si hasta entonces no se hubiera considerado con verdadera autoridad para dirigirla; vistiendo con tanta elegancia como su hija; olvidada ya de aquellos trajes obscuros que la daban el aspecto de una beata.

Al despertar, la imagen quedábase fija en su memoria, ennoblecida y hermoseada por el ensueño, como una ilusión más de las muchas que llevaba en el bagaje de sus esperanzas. Maltrana, al preguntarse si amaba de veras a Feli, permanecía indeciso, no sabiendo ciertamente qué contestar.

Antes de Cervantes existía también algo que podemos llamar novela histórica o relación de sucesos que, si la severa historia no acepta, no son fingidos por el novelista, sino fundados en cierta realidad, hermoseada y adornada por la fantasía del vulgo, cuyas invenciones después la tradición consagra y hasta cierto punto autoriza.

11 Y te atavíe con ornamentos, y puse ajorcas en tus brazos, y collar a tu cuello; 12 y puse cerquillos sobre tus narices, y zarcillos en tus orejas, y diadema de hermosura en tu cabeza. 13 Y fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido fue lino, y seda, y bordado; comiste flor de harina de trigo, y miel, y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, y has prosperado hasta reinar.

Ginebra, que sobresale en Europa por sus academias y sus sabios, que tiene una vida literaria, que guarda sus tradiciones, que está poderosamente hermoseada por la naturaleza con su Monte Blanco, su lago, y su admirable decoracion, tiene, ademas de su brillante relojería, otras muchas y avanzadas industrias, sobresaliendo tambien en toda la Europa en el arte de montar diamantes y en todo lo que se refiera á joyería.

Mimada y socorrida, hermoseada por la limpieza y el esmero, con el cabello alisado sobre las sienes y el alma aquietada, la niña de Luzmela cerró los ojos en la placidez de un sueño leve, incompleto, que no la desligaba de la realidad y la permitía memorar los suplicios de sus cinco años de esclavitud al través de la sonrisa de su libertad.

Sabía lo que era el amor entre los blancos tabiques de un camarote, y quería continuar, fuese con quien fuese, los encuentros de pasión en una de estas cajas de madera, sonando a sus pies el abejorreo de la máquina, oyendo junto al tragaluz el chapoteo de la ola perezosa. Esta mujer venía a él, hermoseada por la noche, humilde y sumisa como una esclava de guerra... ¡tanto mejor!...

Palabra del Dia

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