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Preguntó por nuestro hermano, y cuando le hubo visto le dijo: que era un eclesiástico que se dedicaba á ser ayo de jóvenes, que un caballero á quien no conocía le había dicho que nuestro hermano le había encargado de buscar una persona docta y de buenas costumbres, que acompañase á un hijo suyo, cuidase de él y le asistiese mientras hacía sus estudios en la Universidad de Alcalá, para cuyo efecto le mandaba con una carta de recomendación.

En la casa donde antes estuvo Severiana fue seducida por el amo, que la despidió brutalmente huyendo luego de Madrid, en cuanto supo las consecuencias de su pasajero capricho. La pobre muchacha tuvo una niña, y en vez de llevarla a la Inclusa, como algunas conocidas le aconsejaron, se la confió a una parienta que la cuidase, ofreciendo en cambio matarse a trabajar para pagar las mesadas.

Hizo poner las tiendas, encender fogatas, y cenar la tropa con brevedad, y al acabar el dia mandó de nuevo tomar las mulas de refresco que tenia anticipadas, y dejando el campamento con solo 20 hombres veteranos á cargo de un oficial, se puso en movimiento con mucha precaucion y silencio; y dejando á la derecha en el pueblo de Suipacha el camino de la Plata, tomó el de la izquierda, que dirigia á Tupiza, previniendo al oficial que quedaba en el campo, cuidase con exactitud y vigilancia, permaneciesen encendidos los fuegos, y se pasase la palabra toda la noche: dejándole tambien la órden, para que antes de amanecer el nuevo dia, levantase el campamento, y siguiese sus pasos con el equipage y bagajes que le quedaban.

Pedro insistió: se pondría a la niña una doncella, con el exclusivo objeto de que la cuidase; el médico iría a verla diariamente... En fin, el artista, pareciendo tomar con esfuerzo una resolución ingrata, preguntó a Pedro si podía concederle media hora de atención para escucharlo. ¡Media hora!... y una... cuantas quieras.

Mas hallándolo todo inútil a su empeño, vino a dar junto a una casuca estrecha, miserable, contigua a la iglesia, unida a ella por las tapias de un huerto, y que parecía ser morada del cura que cuidase el sagrado edificio.

gracias á Dios que nos volvia á reunir por medio de tantas pruebas, y encargué á mi vieja que cuidase de vm., y me le traxese luego que fuese posible. Ha desempeñado muy bien mi encargo, y he disfrutado el imponderable gusto de volver á ver á vm., de oírle, y de hablarle. Sin duda que debe tener una hambre canina, yo tambien, tengo buenas ganas, con que cenemos ántes de otra cosa.

Para que esta pulpería estuviese surtida de todo, debería cuidar el factor, por su parte, y hacer que cuidase el mayordomo, de que todo el sebo de las reses, así de las que se matasen en las estancias como en el pueblo, sirviese para velas que se pusiesen allí, como asimismo la grasa de ellas.

Por consiguiente, permanecía solo la mayor parte del día, teniendo a Glave para que cuidase y supliese mis necesidades. De cuando en cuando venían a verme algunos amigos, conversando y fumando un rato conmigo. Así pasó el mes de marzo, siendo mi convalecencia mucho más lenta de lo que Walker había pensado al principio.

Doña Mencía tuvo que ceder a la imposición de su primo; pero gustaba tanto de la soledad, y era tan poco lo que le importaban los sucesos del mundo, que no quiso ver al cautivo que su primo le trajo, y le confió a Nuño, para que éste le vigilase, alojase y cuidase con esmero, como a persona principal, y según D. Diego quería.

Le enviaban muy poco dinero para sus gastos, y llevaba trajes extraños, hacía mucho tiempo pasados de moda. Tenía una confianza absoluta en Pomerantzev, y le rogaba con frecuencia que se cuidase del ataúd cuando ella muriese. Es verdad que el doctor me lo ha prometido; pero no tengo gran confianza; su papel es engañarnos, mientras que usted es de los nuestros.