Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 1 de junio de 2025
Márchese usted me dijo Joaquinita, dirigiéndome una mirada impregnada de simpatía. Márchese usted, para que no digan. En cuanto estemos separados un ratito, ya podemos juntarnos otra vez y disfrutar otro cuarto de hora de seguridad. Hasta luego. Aparteme de ella y di una vuelta por el patio, observando la algazara que reinaba.
Sus cartas casi son de amor. ¡Cómo transforman las desgracias nuestro carácter! Dice que ve la vida de otro modo; tiene la esperanza de que después de este cataclismo, que nos habrá hecho mejores, podremos juntarnos y ser felices. ¡Ah, si yo quisiera!... Su tono era irónico al mencionar esta felicidad quimérica, pero mostraba al mismo tiempo respeto y admiración.
Pero ¿quién es ese que viene con vos? Es un amigo. No creo que esté la señora en disposición de que nadie extraño la vea. ¡No importa! ¡no importa! entrad, señor Francisco, entrad dijo el bufón viendo que Montiño se había detenido al escuchar la observación de la criada. Vamos á juntarnos dos locos, por lo que veo dijo entrando Montiño.
Pero todo esto no conviene ahora a mi propósito. Cuando yo le conocí pasaba ya de los sesenta este varón extraordinario. Había vivido veinte años en la misma casa de huéspedes, aquella en donde yo di con él, y otros veinticinco en otras muchas casas de huéspedes. Es decir, que se había pasado la vida en casas de huéspedes. La tal casa, en donde al Destino plugo juntarnos pasajeramente, era repugnante de todo punto. Pasé allí sólo dos meses, y eso porque la simpatía y deleitoso magisterio de don Amaranto me persuadieron a dilatar mi estada. Su irónica pedantería y pintoresca erudición me encantaban; pero lo que más me movía a venerar a don Amaranto era el hecho de que hubiera permanecido tantos años en semejante alojamiento, soportando como si tal cosa, sin perder de romana en lo físico ni la ecuanimidad interior, privaciones, entrometimientos, escándalos, desaliños, ponzoñas; en suma, un trato miserable y homicida. Y es que había profesado pertenecer a las casas de huéspedes, como a una orden religiosa, y hecho voto de pupilaje perpetuo.
Tal vez esto sea lícito... Yo me informaré del confesor... Detrás de ese cielo azul está Dios contemplándonos. Si ahora refrenamos nuestro gusto, iremos á juntarnos á él después de la muerte y podremos amarnos por los siglos de los siglos... Pedro bajó la cabeza sin atreverse á contradecirla. La condesa le interrogaba con la vista.
Palabra del Dia
Otros Mirando