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Las habitaciones obscuras se llenan de luz blanca, y por primera vez oímos a los gorriones, agazapados bajo los rastrojos, con las plumas erizadas, que gritan afuera: «Esta mañana no hay comida, no hay comidaHullin se calzó sus recios zapatos herrados de doble suela, y sobre la chaqueta púsose un amplio jubón de paño buriel.

Yo una elegante y fina Lafaucheux de dos cañones, canana correspondiente, cuchillo de monte, borceguíes de ancha y recia suela claveteada, polainas de cuero inglés, y todo el equipaje, en suma, de un cazador de figurín.

En las romerías, indispensablemente había de pegarse de cachetes con los zapateros. «Los zapateros» eran entonces otro gremio especialísimo que no comprendía, según la acepción popular del título, á todos cuantos machacaban suela y tiraban del cabo, así en un portal como detrás de una vidriera.

Para gozar el aroma de sus flores, la frescura de sus árboles y la grata perspectiva de sus calles, es necesario que dejéis vuestro coche a la puerta y ensuciéis un poco la suela de los zapatos; porque el Retiro está hecho por Dios y el Ayuntamiento para nosotros, exclusivamente para nosotros los villanos

Un comerciante, liberal y nada timorato, tenía depositados en la puerta de aquel centro de recreo un par de zapatos viejos. Llegaba al Casino, calzaba los zapatos de suela rota y subía a probar fortuna. Juraba que jamás llevando botas nuevas le había favorecido la suerte. Venía a ser un jugador de la orden de los descalzos. Entre su fe y cierta maliciosa experiencia le daban ganancias seguras.

Un libro afirmaba que a los niños no se les debe poner más que vestidos holgados; otro decía que esto es expuestísimo a las desviaciones de la columna vertebral. Un sabio aconsejaba que desde los primeros meses se les calzara con zapatos de suela; otro tronaba contra esta horrible costumbre y vaticinaba resultados tristísimos si se les aprisionaba los pies.

Un pedazo de su carne asomaba fuera de la concha como una lengua blanca. En unos tomaba la forma de suela y servía de pie, marchando el molusco, con la vivienda á cuestas, sobre este único sostén. En otros era nadadera, y la concha, abriendo y cerrando sus valvas como una boca propulsora, subía en línea recta á la superficie, para dejarse caer luego con los dos escudos apretados.

Dijo un veremos que me ha olido a ... ¡Ah!, no olvides que a las nueve menos cuarto hemos de cenar. A dicha hora despidiose Pez, y Rosalía, trocando su galana bata por otra de trapillo y sus zapatos bajos por unas zapatillas de suela de cáñamo, empezó a disponer la cena. Quejábase de un fuerte dolor de cabeza y no tomaría más que un poco de menestra.

Según él, nadie como Calderón entendía en achaques del puntillo de honor, ni daba nadie las estocadas que lavan reputaciones tan a tiempo, ni en el discreteo de lo que era amor y no lo era, le llegaba autor alguno a la suela de los zapatos.

Pero no todo es tortas y pan pintado en este valle de lágrimas, y cuando más confiada estaba doña Feliciana en que su marido no pensaba sino en ganar peluconas, recibió de Ica una carta anónima en que la informaban, con puntos y comas, de cómo el señor Mesía tenía su chichisbeo, y de cómo gastaba el oro y el moro con la sujeta, y que la susodicha no valía un carámbano ni llegaba a la suela del zapato de doña Feliciana, que aunque jamona se conservaba bastante apetecible y no era digna de que el perillán de su marido la hiciese ascos.