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Actualizado: 11 de junio de 2025
El frío y la lluvia le habían vuelto al mundo real; miró en torno suyo en busca de una persona á quien preguntar, y se encontró solo; pero de repente, sin que antes hubiese sentido pisadas, sintió que se asían á su capa, y oyó una voz de mujer que le decía con precipitación: ¡Dadme vuestro brazo, y seguid adelante, seguid!
Sintió también que le asían las manos otras manos despojadas de carne, consuntas, amojamadas y momias; comprendió que la guiaban hacia el estrado, y que le ofrecían uno de los sitiales, y apenas se hubo sentado en él, conoció con terror que el asiento se desvencijaba, se hundía; que se largaba cada pedazo del sitial por su lado sin crujidos ni resistencia; y con el instinto de la mujer encinta, se puso de pie, dejando que la última prenda del esplendor de los Limiosos se derrumbase en el suelo para siempre....
Venía diferentemente atado que los demás, porque traía una cadena al pie, tan grande que se la liaba por todo el cuerpo, y dos argollas a la garganta, la una en la cadena, y la otra de las que llaman guardaamigo o piedeamigo, de la cual decendían dos hierros que llegaban a la cintura, en los cuales se asían dos esposas, donde llevaba las manos, cerradas con un grueso candado, de manera que ni con las manos podía llegar a la boca, ni podía bajar la cabeza a llegar a las manos.
Los jurados segundo y restates echaban unos cordones por encima del cuello del caballo de S. M. y los asian, excepto el jurado en cap que iba al estrivo derecho del Rey, y el Gobernador al izquierdo. En esta forma caminaba la comitiva á la Seo, y concluida la ceremonia volvia S. M. bajo el palio á palacio.
Mientras alguna rubia inglesa ejecutaba en el piano trozos de música clásica, y las francesas asían de los cabellos la ocasión de lucir primorosas labores de cañamazo, dando en ellas tres puntos por hora, las españolas, más francas, aceptaban la holgazanería completa, dedicándose a hablar y a manejar el abanico.
Luego sintió la pobre dueña que la asían de la garganta con dos manos, tan fuertemente que no la dejaban gañir, y que otra persona, con mucha presteza, sin hablar palabra, le alzaba las faldas, y con una, al parecer, chinela, le comenzó a dar tantos azotes, que era una compasión; y, aunque don Quijote se la tenía, no se meneaba del lecho, y no sabía qué podía ser aquello, y estábase quedo y callando, y aun temiendo no viniese por él la tanda y tunda azotesca.
En tres colas de ardilla se asentaba la taza de Adela, y a su chocolate se asomaban las dos ardillas, como a un mar de nueces. Dos quetzales altivos, dos quetzales de cola de tres plumas, larga la del centro como una flecha verde, se asían a los bordes de la taza de Ana: ¡el quetzal noble, que cuando cae cautivo o ve rota la pluma larga de su cola, muere!
Tras de lo cual, el pesimista abrió un cajón de su mesa-escritorio, y sacó un objeto reluciente y prolongado, que reconoció con el mayor esmero.... Estaba absorto en su ocupación, cuando sintió que le asían del brazo con fuerza convulsiva, y vio ante sí a una mujer pálida, más pálida que él, ardientes y fijos los ojos como dos carbones encendidos, abierta la boca para hablar... pero muda, muda.
Sois un pirata desalmado, replicó el barón volviéndole la espalda, á tiempo que dos marineros asían á Cabeza Negra y le echaban el dogal al cuello.
De estas manijas se asían los ginetes para disputarse la presea del combate, que generalmente tenia por arena toda la Pampa, pues el que lograba arrebatar el pato procuraba ponerse en salvo, y la persecucion que con este motivo se hacia, era la parte mas interesante del juego.
Palabra del Dia
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