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Actualizado: 26 de septiembre de 2024


Jamás permitía Magdalena que nadie le ayudase en aquella importante operación del peinado: primero por horror instintivo a que otra mujer le manosease la cabeza, y además porque deseaba estar sola cuando su amante, según costumbre, iba siempre a la misma hora para deleitarse contemplándola bien arrellenado en un sillón, mientras sus manos primorosas se hundían y surgían de entre las matas de la cabellera, formando altos y bajos, bucles, ondas y rizos hasta dejar prieto y sujeto el moño con horquillas doradas, mientras los pelillos revoltosos de la nuca, que llaman tolanos, quedaban sueltos en torno de su cuello como rayos de un nimbo roto.

Lo mejor de este tesoro para los que aman el arte de los buenos tiempos, es la custodia de Enrique de Arfe, que dejamos descrita mencionando las cosas notables del siglo XVI. Del mismo gusto, y tal vez de las mismas primorosas manos, es una cruz que llaman la cruz antigua, y que en las grandes festividades suele quedar encerrada y oscurecida, postergada á otra de insignificante estilo que regaló el año 1620 el obispo Mardones.

Lo demas es un laberinto de calles tortuosas y estrechas, de edificios desiguales, caprichosos, muchos de ellos de formas extravagantes, de cuyo enjambre se destacan algunos cocoteros centenarios é históricos, multitud de palacios ó casas primorosas del mismo estilo que las que observé en Cádiz, y una masa informe de miradores, azoteas, torrecillas y construcciones moriscas, en cuyo fondo parduzco brillan las torres y las cúpulas de numerosas iglesias de estilo arábigo, lucientes y pintorescas á causa de los techos en forma de escama formados con pequeñas tejas de colores entremezclados.

Dispuso cómo se habían de repartir las alhajas que tenía, algunas de bastante valor, sortijas con hermosos solitarios, botonaduras, y además cajitas primorosas de marfil y sándalo que había traído de Filipinas, una hermosa espada, dos o tres bastones de mando con puño de oro.

Era Rodolfo de carácter poco sufrido y probablemente no lo hubiera tomado con la imperturbable calma que yo demostré. Llegamos por fin a la catedral, cuya gran mole de piedra obscura, embellecida con numerosas estatuas y las puertas más primorosas entre las de todos los templos de Europa, se alzaba ante por primera vez, haciéndose comprender toda la audacia de mi conducta.

Y Echeloría, por su parte, a más de encantar a Mutileder con los cantares que sabía entonar, le había hecho una honda de pita, tan llena de sutiles y primorosas labores, que él se quedaba horas enteras embobado contemplando la honda.

Cuando ya Tremontorio juzgaba excesiva la soledad de su buhardillón, pues la vecindad de Bolina era una necesidad para su alma, aunque él creía otra cosa, antojósele al propietario derribar la casa y construir otra capaz de más lucidos inquilinos; con lo cual, el célibe pescador trasladó sus penates á una bodega de la calle del Arrabal, donde vivía desde entoces, dedicando, como de costumbre, á hacer redes primorosas, todo el tiempo que le dejaba libre la lancha en que tenía una soldada.

Llegó mi rebajamiento hasta suplicarle me indicase cómo me arreglaría para visitar algunas de aquellas santas y primorosas imágenes en sus santuarios.

Lucerna es, sin duda, por su situacion y las campiñas primorosas que la rodean, una de las mas graciosas ciudades de Suiza, ó por lo ménos de las que demoran sobre márgenes lacustres. Asi, su conjunto ó aspecto general, sea que se le mire desde el lago, sea que se le contemple desde alguna eminencia, es admirablemente poético y risueño.

Mientras unos encendían las velas del altar y desdoblaban los sagrados manteles con primorosas randas, obra de doña Cristina, el hijo y sus amigos más íntimos se revestían á la vista de los fieles, cubriéndose con albas y doradas casullas, colocando en sus cabezas graciosos bonetes.

Palabra del Dia

jediael

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