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Actualizado: 22 de septiembre de 2024


Gracias a la narrada circunstancia pudo el marqués cumplimentar con más libre espíritu a los recién casados, haciéndoles mil elogios de su instalación y excusándose de no haber podido asistir a sus bodas, retenido en Malta por una grave indisposición de su amigo lord S *. La mano de Beatriz posada sobre la cabeza de Marcela abríase y cerrábase convulsivamente, haciendo centellear al vario movimiento las piedras de sus sortijas, y éste fue el único signo de emoción que diera la hermosa desposada.

Maltrana hizo un gesto de desaliento. Mentira también: eran granos de marfil, con un débil montaje en oro. Y mentira los imperdibles de doublé; las sortijas ennegrecidas por el largo encierro, con sus vidrios opacos y muertos; los botones de grandes uniformes, que la vieja creía de oro puro; los alfileres verdosos y oxidados, con la pedrería empañada.

Desde el momento en que pone la planta en Haití: «¿Dónde está el oro? ¿Quién tiene oroson sus primeras palabras. Los naturales se sonreían, estaban como atontados de esa hambre de oro, y prometíanle buscarlo, deshaciéndose en el acto de sus sortijas para satisfacer cuanto antes apetito tan apremiante.

Pero María se irritó; quiso que fuesen más fuertes. No, así no; con más fuerza... Pero espera un instante; déjame quitar estas joyas, que son ridículas en este momento. Y velozmente sacó todas las sortijas de los dedos, se arrancó los pendientes de las orejas y depositó el puñado de oro y pedrería a los pies de Jesús.

Otra, Matilde la Serrana: era morena y regordeta, y tenía el tipo común de las sevillanas. La tercera se llamaba lisamente Lola, una mujer obesa, con seno monstruoso, que inspiraba repugnancia, y manos amorcilladas, cubiertas de sortijas de poco valor. Las tres vestían el traje de percal y el pañolón de Manila, común a las jóvenes del pueblo, y ostentaban flores en los cabellos.

Las jóvenes inclinadas sobre el carel de la embarcación sumergían con deleite las manos en el agua, dejándola deslizarse con ruido entre sus blancos dedos ceñidos de sortijas, charlaban, gritaban, reían y se apostrofaban de una embarcación a otra.

Tuvo lugar la justa en las Gradas y hubo procesiones, se corrieron sortijas y se lidiaron diez toros delante de las puertas del Alcázar, por acuerdo de 3 de Diciembre de 1453.

No, no contaba él así; no se representaba las cantidades fijas, ni menos la suma de todas; él recordaba que primero había prestado lo que no tenía; después muchísimo más, y, por último, que había cometido el gran sacrilegio de profanar una cantidad sagrada, producto del secreto del confesonario, empleándola en un corsé regente, en unos búcaros con chinos pintados, en sortijas, flores y pantalones de señora... ¡Horror! «, horror, pero ¿y qué se le iba a hacer?

Gastó en gargantillas de todos colores, en sortijas, espejucos y alfilerones de todas hechuras, un dineral: todo lo ahorrado de sus soldadas y algo más que pidió a cuenta, afrontando valerosa las indignidades con que la apostrofaba su amo.

A eso voy, a dejar a usted en paz. A ver, a ver, las alhajas, todas las alhajas que he dado a usted y que no estén... pignoradas, váyamelas usted entregando». Isidora se quitó con nerviosa presteza las sortijas; sacó de una cajita varios objetos de oro, y todo lo tiró a los pies de Botín.

Palabra del Dia

jediael

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