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Así es como ella, dice un poeta contemporáneo, procuraba acercarse a Dios y romper las ligaduras de la cárcel de su carne como valerosa guerrera del amor del Señor...» Basta, no leas más: ¿qué te parece? Ya he leído muchas veces esto mismo.

Gastó en gargantillas de todos colores, en sortijas, espejucos y alfilerones de todas hechuras, un dineral: todo lo ahorrado de sus soldadas y algo más que pidió a cuenta, afrontando valerosa las indignidades con que la apostrofaba su amo.

Así está el país que es un dolor... todo tan perdido... ¡Hay más miseria...!, y las patatas a seis reales arroba, cosa que no se ha visto nunca». Púsose la viuda en movimiento con aquella actividad valerosa que le había proporcionado tantos éxitos en su vida, y Fortunata y Papitos quedaron encargadas de hacer el almuerzo.

Paréceme que estoy viendo aquel rostro moreno, tipo hermoso de la raza indígena, afinado por el cruzamiento en dos o tres generaciones: obscuro, muy obscuro del color; estrecha la frente; alto el cráneo; salientes los pómulos; la barba escasa, escasísima; los ojos pequeñitos, negros, negros y vivos; la mirada franca; el aire resuelto, como en todo aquel que no tiene en su vida acción que le avergüence, que a nadie teme y de nadie es temido; que así se enternece a la vista de ajenos dolores como rechaza sereno, con dura franqueza, con valerosa resolución, a quien le ofende o desconfía de él.

Marta se había mostrado valerosa y activa, y había, no obstante su mala salud, trabajado de la mañana a la noche para poner en orden todo lo que un amo, largo tiempo soltero, había dejado ir a la deriva.

No digamos nada en cuanto al personal: el de nuestros enemigos es inmejorable, compuesto todo de viejos y muy expertos marinos, mientras que muchos de los navíos españoles están tripulados en gran parte por gente de leva, siempre holgazana y que apenas sabe el oficio; el cuerpo de infantería tampoco es un modelo, pues las plazas vacantes se han llenado con tropa de tierra muy valerosa, sin duda, pero que se marea.

Le encontró muy pálido y abatido; comprendió lo que el infeliz había pasado en aquellos días, y necesitó todo el esfuerzo de que su alma valerosa era capaz para no echarse á llorar como una tonta en presencia de aquellas tres rígidas damas y del furibundo Coletilla. Ya estas señoras saben lo que has hecho al llegar á Madrid dijo Elías á su sobrino con mucha severidad.

El prurito de romper aquellas relaciones, que ella en el fondo de su alma calificaba de cadenas, estimulaba entonces su voluntad, pero, aunque era muy valerosa y apenas conocía el miedo, no se atrevía a intentar la ruptura.

Al fin, bien está lo hecho. ¿De qué me lamento en vano? ¡Traidor don Diego! ¡Á un anciano 815 Con una cruz en el pecho!... Así para quien se atreve Á las edades ancianas; Que es atreverse á unas canas Violar un templo de nieve. 820 Pero la mano piadosa Del cielo quiere que espante Á un Holofernes gigante Una Judit valerosa.

Para sostenerla formó el Gobernador D. José Andonaegui tres compañías de paisanos campestres, pagados, y armados de lanzas. Llamó á la primera valerosa, á la segunda, conquistadora, á la tercera, invencible, y á todas Compañias de blandengues, porque al pasar la revista en esta plaza, blandearon las lanzas.