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Otro caso raro... para , que no leer más que en un libro... Lo que no ofrece duda es que hasta en las personas que se creen más despreocupadas hay un fondo sensible que llega a lo romántico... Yo lo había observado en el público que se convierte en fiera en la plaza de toros, y se enternece en el teatro con las dulcedumbres de una comedia ejemplar. Hoy lo he experimentado en mi propia.

La cosa fué conmovedora: como organizada por los principales del partido.... Pero vámonos, que aquí molestamos hablando. Goicochea salió del templo huyendo de las miradas que le lanzaban dos aldeanas viejas arrodilladas ante la Virgen. En el porche de la iglesia continuó dando expansión á su entusiasmo. ¿Y ha visto usted cuántos milagros? ¿No le enternece eso?... dijo Aresti con gravedad.

Hoy, después de tanta civilización, centenares de miles de blancos sufren igualmente en las minas, y es injusta esa sensiblería que se calla cuando la víctima es uno de su raza y sólo se enternece cuando el que pena es de otro color... Como España estuvo gravitando sobre Europa durante siglo y medio y dejó resentidos por su dominio a muchos pueblos, no ha habido mentira ni exageración que la venganza haya dejado de lanzar después contra ella.

Candido, arrodillándose casi á sus plantas, clamaba: Bien decia el maestro Panglós, que todo estaba perfectamente en este mundo; porque infinitamente mas me enternece la mucha generosidad de vm., que lo que me enojó la inhumanidad de aquel señor de capa negra, y de su señora muger.

¡Suba el cañón, D. Cristóbal, suba el cañón! dijo el indiano echándole una mirada torva. ¿Cómo? ¿Tiene usted más?... Me alegro... Yo hablo por lo que dice la gente... Tengo quinientos mil pesos sin quitar un lápiz. Los tres amigos cambiaron una mirada significativa. Manuel Antonio, no pudiendo contener la risa, le abrazó exclamando: ¡Bien, Santos, bien! Eso del lápiz me enternece.

El Príncipe intenta justificarse, y acusa á su vez al infante Alejandro y al duque Federico, y demuestra, con las frases más enérgicas, el odio que les profesa. El Rey se enternece entonces, y estrecha al Príncipe en sus brazos, esperando mejorarlo con su dulzura.

SANCHO. Son niños los agravios Y son padres los reyes: no te espantes Que hagan con los labios, En viéndolos, pucheros semejantes. REY. Discreto me parece: Primero que se queja me enternece. SANCHO. Señor, yo soy hidalgo, Si bien pobre en mudanzas de fortuna, Porque con ellas salgo Desde el calor de mi primera cuna. Con este pensamiento, Quise mi igual en justo casamiento.

Papá ha dicho en broma que el Conde es mi librero. »Ahora que es mi librero: me ha pedido permiso para colocar el escudo de la casa Albizzoni sobre su librería, y yo se lo he acordado. ¡Cómo se ha reído! »¡Me gusta tanto ver reír a papá y a su amigo! En las personas que ordinariamente son serias, la risa tiene otro valor, no alegra tanto cuanto enternece.

El acto parecía ya terminado: el arzobispo iba a dar la bendición y todo el mundo se levantaba para recibirla de rodillas... Un niño blanco y rubio, bello y candoroso como un ángel de Fra Angélico, se adelantó entonces a la mitad del estrado: realzaba el encanto de su edad y su inocencia, ese no qué aristocrático y delicadamente fino que atrae, subyuga y hasta enternece en los niños de grandes casas; y su larga cabellera rubia, cortada por delante como la de un pajecillo del siglo XV, le daba el aspecto de aquel príncipe Ricardo que pintó Millais en su célebre cuadro Los hijos de Eduardo.

Y suponed que cuando acabéis de pronunciar esa blasfemia aparece de repente el sol en una explosión de luz y de armonía: que lleváis una mano a vuestros ojos que se deslumbran, y otra sobre vuestro corazón que se enternece lleno de una nueva vida, y que cuando volveis a abrir los ojos os encontráis de nuevo en las tinieblas, enardecido por el próximo y candente recuerdo de la luz divina que os ha deslumbrado, de la armonía de los cielos que ha reanimado vuestro ser... y después de haber supuesto esto suponed vuestra desesperación, vuestro dolor.