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Actualizado: 21 de junio de 2025
La sociedad que se imponía á la nuestra era menos grande, menos valerosa, menos apasionada; pero más culta, más refinada, más hipócrita. Con ella vinieron los abates, y vino la literatura clásica, fría, ceremoniosa, falsa, hipócrita también. La poesía pastoril, último grado de la hipocresía literaria, tuvo un renacimiento funesto en el siglo pasado.
Allí, de pronto, dos fuertes brazos te envolverán. ¡Virgen santa! ¡qué atrevimiento! Pero entonces, valerosa muchacha, tú no tendrás miedo. Ya el son de las castañuelas es más opaco, el sol se pone, la cachucha vertiginosa ha cesado, las jóvenes regresan a su aldea y ríen, y cantan, alisándose con la mano los rizos sedosos de sus húmedos cabellos.
Pero otra edad humana vino, la Bastilla desapareció, cayó bajo los golpes de la piqueta revolucionaria, y sobre sus escombros se levantó grande y valerosa la columna de Julio. Al monumento del siglo XIII sucedió el monumento del siglo XVIII: el Capitolio se levantó sobre la roca ensangrentada del monte Tarpeya. La figura que remata ese monumento, es el genio de la Libertad.
Sígame, pues, el que quisiere, que yo os suplico, y Carino y Solercio os lo ruegan, que bien sé que no me han de dejar en esta valerosa empresa."
Entre Levante y Septentrión, detrás de los Zabicas, habitan, bien que distantes muchas leguas, los Parabacas, Quiziacas, Naquicas y los Mapasinas, gente valerosa, pero destruída en buena parte de cierto género de pájaros llamados peresiucas que viven debajo de tierra, y aunque del tamaño ordinario de un pájaro, son de tan extraña fuerza y fiereza que en viendo algún indio dan sobre él y le matan.
Y tanto llegó a dominarla el imperioso amante, tal embriaguez produjo en su naturaleza sensual aquel primer amor, que obedeciendo a Salvatti, se fugó con él al terminar la temporada, abandonando a su padre. Este era el hecho más terrible de su vida. Ella, tan valerosa con el pasado, que no se arrepentía de nada, parpadeaba conteniendo las lágrimas al recordar tal locura.
Y mientras ella soñaba saboreando el pasado, entusiasmábase Rafael contemplando el retrato de Brunilda, una hermosa fotografía en cuyo robo había pensado más de una vez. Aquella era Leonora; la walkiria arrogante, la hembra fuerte y valerosa, capaz de darle de bofetadas al más leve atrevimiento y de manejarle como un niño.
Plácido Penitente, decía la voz, demuestra á toda esa juventud que tienes dignidad, que eres hijo de una provincia valerosa y caballeresca donde el insulto se lava con sangre. ¡Eres batangueño, Plácido Penitente! ¡Véngate, Plácido Penitente! Y el joven rugía y rechinaban sus dientes y tropezaba con todo el mundo en la calle, en el puente de España, como si buscase querella.
Las impresiones morales violentas en fin, como la cólera y el espanto, entran en su esfera de accion, porque siendo su efecto el de operar una concentracion sobre el cerebro ó el corazón, el alma se reacciona por un movimiento de indignacion, de venganza ó de valerosa resistencia. A falta de esta resistencia, el opio reclama la curacion.
Era la valerosa pitillera chiquita y delgada; tenía a la sazón el rostro encendido, ladeado el tricornio, y con picaresco ademán repicaba un pandero roto ya, y muy engalanado de cintas. Ana y Amparo figuraban entre los grumetes. La Comadreja hacía un grumete chusco, travieso y cínico; Amparo, el más hermoso muchacho que imaginarse pueda.
Palabra del Dia
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