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Actualizado: 22 de junio de 2025


El cacique dió al capitan cuatro planchas de oro, y cuatro sortijas grandes de plata para los brazos: usan los indios de estas planchas de oro por adorno en la frente, como entre nosotros las señoras traen cadenas ó collares pendientes del cuello. El capitan dió al cacique, en recompensa, hocecillas, cuchillos, cuentas, tenazas y otras cosas semejantes que se suelen labrar en Norimberga.

En 21 de Noviembre se recibieron Cartas del Rey D. Juan II y de la Reyna Isabel notificando á la ciudad el nacimiento de un infante y fué acordado que se verificasen procesiones, se corriesen sortijas, celebrándose justas y una corrida de diez toros, delante de las puertas del Alcázar.

En las orejas le pondrían unos pendientes de Carmen que había comprado el espada en Madrid, invirtiendo en ellos el precio de varias corridas. Al pecho llevaría una cadena de oro doble del torero, y pendiente de ella todas sus sortijas y los gruesos botones de brillantes que se colocaba en la pechera cuando salía a la calle vestido «de corto».

Los hombres, salvo dos, parecían personas distinguidas. Vestían chaqueta y hongo; pero sus manos eran finas y llevaban en los dedos sortijas de valor. Casi todos estarían entre los treinta y los cuarenta. Dos eran claramente de clase baja, que alternaban. Las tres mujeres tampoco había duda que pertenecían a la vida airada.

Á falta de la cara, enteramente desfigurada por los tiros, su alta estatura, su magnífica cabellera rubia, los vestidos que tenía puestos, las sortijas encontradas en sus dedos, todo, en fin, atestiguaba que la mujer muerta era, en efecto, la querida de Jacobo.

No gastaba sombrero ni mantilla, pero el mantón alfombrado que cubría sus hombros era riquísimo; el vestido, de seda pura; en los dedos y en las muñecas sortijas y brazaletes de valor y en las orejas dos orlas de brillantes con zafiro en el medio; todo lo cual pregonaba que, si D.ª Rafaela no vestía de señora, no era seguramente por falta de dinero.

Las mujeres decían que tambien querían tener de Roma, como rosarios benditos por el Papa, reliquias que perdonan los pecados sin necesidad de confesion, etc. Abierta la maleta y levantado el algodon en rama que la protegía, descubrióse un compartimento lleno de sortijas, relicarios, guardapelos, cruces, alfileres, etc.

Pareció sacudir con un movimiento de cabeza un tropel de penosos pensamientos, y dijo tendiéndole la mano: ¿Qué resolvemos? ¿Amigos o indiferentes? ¿Promete usted no incurrir en niñerías y ser un camarada formal? Rafael estrechó con avidez aquella mano suave y fuerte, sintiendo en sus dedos como cariñosa mordedura, el contacto de las sortijas. ¡Amigo!... me resignaré ya que no hay otro remedio.

No está mal que usted ame lo que quiera dijo ésta. Lo malo que hay es que ese amor de usted cuesta muchas lágrimas a algunas criaturas inocentes. ¡Es la ley de la vida! repuso el seductor alzando los hombros con resignación y sacudiendo la ceniza del cigarro con su dedo meñique cubierto de sortijas.

Isidro únicamente apartó lo que la Mariposa consideraba de menos valía: un par de docenas de cucharas de plata de diferentes formas y tamaños, caídas, sin duda, durante el fregado en el estiércol de la cocina; una cadenilla de oro, un sonajero del mismo metal y cuatro sortijas lisas, pero de algún peso. Era lo único del tesoro de la abuela que tenía cierto valor.

Palabra del Dia

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