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Actualizado: 6 de septiembre de 2024
Otras veces creían hallarse junto a las Indias, y una estima más exacta de las leguas corridas les hacía ver con terror que estaban aún en mitad del camino, con las provisiones agotadas, y lo que era más horrible, con sólo unos barriles de agua. Los hombres querían matar, enloquecidos por la sed; las mujeres, de rodillas, enseñaban a sus pequeñuelos, pidiendo por caridad unas gotas de líquido.
Después de corridas las cortinillas, queda sobrada claridad para lo que tiene usted que hacer... ¡Ah! por si le ocurre llamar mientras esté sola aquí adentro: esta puerta de entrada tiene un cuarterón de corredera: observe usted cómo se abre y se cierra... Por aquí puede usted pedir lo que necesite... ¡Listo, Cornias, que apura el tiempo!... Conque ¿estamos conformes, Nieves? ¿Hay fuerzas? ¿Sí?
Todos al abandonar el boliche volvían sus ojos instintivamente hacia el río obscuro que se deslizaba sordamente, durante miles y miles de años, entre tierras yermas, negándolas su caricia gestadora de tantas maravillas. Mientras llegaba la hora de ser millonario gracias á la irrigación, una de las mejores ganancias del dueño del boliche consistía en organizar los domingos corridas de caballos.
Su gordura y su entusiasmo por los toros le habían hecho retirarse del servicio, y pasaba el verano viendo corridas y el invierno hablando de ellas... ¡Ser el guía, el mentor, el apoderado de una espada!... Cuando sintió este deseo todos los maestros tenían ya el suyo, y fue para él una fortuna la aparición de Gallardo.
Truhan por excelencia y amable y meloso, el barbero contemporáneo os hará reir, os hablará de teatros, de las corridas de toros, del ministerio y las Córtes, de las muchachas bonitas, y sobre todo de las vidas ajenas.
De todo el profesorado, amaba á la maestra de francés, porque podía hablar con ella de París y las artistas célebres como de un mundo lejano entrevisto en los periódicos de modas. También amaba á la maestra de español, que le describía cómo eran las corridas de toros y le enseñaba á ponerse la mantilla lo mismo que una andaluza. No necesitó de estudios penosos y áridos para sobrepasar á todas.
Las paredes blancas, chapadas de azulejos árabes hasta la altura de un hombre, estaban adornadas con prospectos de corridas de toros impresos en sedas de diversos colores. Diplomas con vistosos títulos de asociaciones benéficas recordaban las corridas en que Gallardo había toreado gratuitamente para los pobres.
Conviene, además fijar en ello la atención del público y despertar por ello la curiosidad y el interés, la mitad siquiera que inspira el teatro, y la décima parte siquiera que inspiran las corridas de toros. Lo que es yo me propongo contribuir a este fin hasta donde alcancen mis pobres y ya casi agotadas fuerzas.
D. Jacinto estuvo para morirse con lo vómitos que le ocasionó la cólera del desaire, y D. Juan salió de la villa para su ingenio á toda prisa, dejando prevenido en su casa, que ninguno de sus clientes saliese á las corridas de toros, que regularmente celebran los nuevos Alcaldes para festejar al público, ni que á estos se les prestase cosa alguna que pidiesen para los refrescos acostumbrados.
Era pasado ya lo mejor y más brillante de ésta; las corridas, el tiro de pichón, las grandes excursiones en calesas y ómnibus al Borbonés, comenzadas en Agosto, concluían en los primeros días de Septiembre.
Palabra del Dia
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